Precepto 4

Un gran Maestro zen, Rinzai, estaba sentado. Un hombre llegó. Empujó la puerta con brusquedad -debía de estar enfadado-, dio un portazo. No estaba de buen humor. Después tiró sus zapatos y entró. Rinzai le dijo: «Espera. No entres. Primero ve y pídeles perdón a la puerta y a tus zapatos».

El hombre dijo: « ¿De qué estas hablando? He oído que esta gente zen está loca y parece ser verdad. Pensaba que solo eran rumores. ¡Qué tonterías estás diciendo! ¿Por qué debería pedirle perdón a la puerta? Parece tan embarazoso... ¡los zapatos son míos!».
Entonces Rinzai le dijo: « ¡Sal de aquí! ¡No vuelvas aquí nunca más! Si puedes enfadarte con tus zapatos, ¿por qué no puedes pedirles perdón? Cuando te enfadaste, nunca pensaste que fuese estúpido enojarse con los zapatos. Si puedes relacionarte con la ira, ¿por qué no con el amor? Las relaciones son relaciones. La ira es una relación. Cuando golpeaste la puerta con tanta ira, te estabas relacionando con la puerta; te comportaste mal, inmoralmente. La puerta no te ha hecho nada malo. Primero ve, de lo contrario no entres aquí».
Impactado por el silencio de Rinzai, con la
gente sentada allí, y esa presencia..., como un flash, el hombre lo entendió. Comprendió la lógica que encerraba, estaba muy claro. «Si puedes ser irascible, ¿por qué no puedes ser amoroso? Vete». Y se marchó. Tal vez esta fue la primera vez en su vida. Tocó la puerta y las lágrimas brotaron de sus ojos. No podía aguantar las lágrimas. Y cuando se inclinó hacia sus zapatos, sucedió en él un gran cambio. Cuando regresó y se dirigió hacia Rinzai, este le estrechó en sus brazos, abrazándolo.
Esto es reconciliación. ¿Cómo puedes rezar si no te has reconciliado? ¿Cómo puedes acercarte a un Maestro si no estás reconciliado con la existencia?

Los preceptos (pañcasila pancasila. Del sánscrito páñcha, cinco + sila, roca, peñón) en la literatura canónica son los principios éticos fundamentales o la moral general, en los países de filiación theravada se los denomina la moral quintuple y se leen de textos canónicos como la colección de los Diálogos (samyutta-nikaya), los Diálogos largos (Digha-nikaya) o los Diálogos numerados (anguttara-nikaya), en el Mahayana en general esta versión adopto otras formas entre las cuales la mas famosa es la versión del Sutra pseudoepigrafo que se conoce como la red del Brahman ( Brahmajala-sutra) parte integrante de los votos del bodhisattva. A diferencia de otras religiones, en el budismo los preceptos existen no como imposición normas o reglas a cumplir sino como guías de práctica. El precepto armoniza nuestras acciones poniéndolas en acuerdo con nuestros verdaderos intereses, con el bienestar de los otros y con las leyes del universo. El término equivalente para precepto es sikkhapada, que significa literalmente “principio de práctica”, es decir, un factor de práctica en la disciplina ética. Usualmente los buenos hábitos, la moral y la ética se designan en pali como sîla disciplina ética, esta tiene tres niveles de significado: virtud interior, es decir, dotación de cualidades tales como benevolencia, satisfacción, simplicidad, veracidad, paciencia, etc.; acciones virtuosas del cuerpo y del habla que expresan externamente dichas virtudes internas y reglas de conducta que gobiernan las acciones del cuerpo y del habla designadas para ser armonizadas con los ideales éticos. En ella se encuentran imbricados entre si y no siempre es fácil distinguirlos los códigos acéticos y monásticos que han recibido el peso de la interpretación cultural por la cual ha caminado la enseñanza del buda. Su importancia es fundamental pero a la vez deben estar sometidos a la indagación personal. Los preceptos no son mandatos impuestos desde fuera, sino principios de práctica que cada ser humano toma sobre sí mismo a través de su propia iniciativa y se esfuerza en seguirlos con conciencia y comprensión. La tradición tántrica concebirá los preceptos como la fusión del discernimiento (prajna) de la verdad y la maestría en el uso de los medios (upaya) como un coito espiritual. Por tanto, a nivel global existe siempre un debate continuo en referencia a cuestiones de actualidad y en donde no hay una postura universal. En este devenir de auto-transformación y autoanalisis al cual siempre se halla enfrentado el practicante su postura es la de colocarse bajo el algoritmo ético que insta al si mismo como criterio original para determinar cómo actuar en relación con los demás. En pali el principio se expresa mediante la frase attanam upamam katva: “Considérate a ti mismo como semejante a los demás y a los demás como semejantes a ti mismo”. El método de aplicación consiste en un sencillo intercambio imaginativo de uno mismo y los demás. Con el propósito de decidir si seguir o no una línea de acción particular, nos tomamos a nosotros mismos como modelo y consideramos qué podría ser placentero y doloroso para nosotros mismos. Después reflexionamos que los demás son básicamente semejantes a nosotros, y así, lo que es placentero y doloroso para nosotros es también placentero y doloroso para ellos. Así como no querríamos que los demás nos causasen daño, igualmente no deberíamos causar daño a otros. Los preceptos extraen su eficacia de otro principio psicológico: la ley del desarrollo mediante la repetición. A pesar de que al comienzo una práctica suscite cierta resistencia interna, si es repetida una y otra vez con comprensión y determinación, las cualidades que pone en juego pasan imperceptiblemente a la constitución de la mente.

En lo referente al tercer precepto mayor tal y como lo enuncia Dogen zenji en el Kioyukaimon (Enseñanza y trasmisión de los preceptos en la traducción al ingles del Maestro Shohaku Okumura y del Shuso Densho Quintero al español) se lee así: “No ser indulgente con la avidez sexual: cuando las tres ruedas (cuerpo, palabra y pensamiento) son puras no aparece ningún objeto de deseo .todos los budas caminan siempre sobre la misma vía”.

La percepción de la sexualidad en la tradición budista varía según las escuelas, los países, las culturas y las épocas. Las relaciones de pareja cambian en función de la sociedad, de la época, de los acontecimientos... Hace dos mil años en la India no era lo mismo que ahora en Colombia; y seguramente, ahora en Colombia, no es igual que en los países Árabes. Y en los países Árabes no es igual que en París, etc, etc. Los budistas occidentales de este siglo XXI abordamos la sexualidad de una forma muy diferente a como pudieron hacerlo los que vivieron en India en el siglo V antes de Cristo. Aún hoy día, las culturas budistas de Asia tienen una percepción diferente a la de los budistas europeos o norteamericanos.

En general, en el budismo se considera que la sexualidad es una manifestación importantísima a nivel humano de la energía vital universal. Es la fuerza capaz de unir a dos seres y de crear nueva vida. La sexualidad puede ser fuente de vida, de gozo, de comunicación, de éxtasis o todo lo contrario: puede provocar dolor, soledad, depresión, frustración, dependiendo de la actitud interior del individuo relacionada con esa pureza de las tres ruedas que es capaz de desdibujar toda avidez. Para el budismo, la sexualidad en sí no es buena ni mala, es un instinto natural que forma parte de la naturaleza humana. La pareja es considerada fundamental, no obstante, el hecho de que la sexualidad sea fuente de gozo y felicidad o de dolor y pesadumbre depende finalmente del estado interior de los individuos que la compongan.

En el texto el Sutra de la red de Brahma traducido por la universidad budistta del reino budistta en la versión de la sociedad de traducción para textos budistas de 1982 y con los comentarios hermenéuticos del Rev. Shohaku Okumura se nos dice:

El tercer precepto mayor prohíbe ser indulgente con la avidez sexual; El discípulo( ya sea bhikkhu o bhikkuni) no debe de manera deliberada dedicarse a la actividad sexual indiscriminada con otro miembro del sexo opuesto, ni incitar a otros a hacerlo, tampoco verse envuelto en las causas, las condiciones, los métodos o el karma de una conducta sexual voraz. Esta prohibición se extiende a la actividad sexual con animales, dioses o diosas, fantasmas o espíritus o otras formas de comportamiento lascivo y cualquier tipo de perversión sexual. Un bodhisattva debe promover el desarrollo de una mente de obediencia filial, por lo tanto un bodhisattva debe rescatar a todos los seres e instruirlos en el dharma de la pureza. Si por el contrario un bodhisattva (laico) se ve envuelto en una conducta social promiscua con cualquier persona, animales, miembros de la propia familia, o alguno de los seis tipos de parientes cercanos, la conducta de esta persona está del todo desprovista de compasión y en consecuencia esta persona ofende de modo parajika (ofensa que da pie para expulsar a un bhikkhu de la orden)

La tradición budista se asienta más allá de las posturas extremas del hedonismo y del ascetismo, tanto la búsqueda compulsiva del placer como el rechazo o negación al mismo empujan a un estado extremo y antinatural. El placer forma parte de la experiencia humana, por ello no podemos negarlo como tampoco al dolor y el sufrimiento del cual es inútil huir.

El placer sexual es sólo placer sexual: experiencia frágil y fugaz que no puede satisfacer por ella misma el ansia de felicidad y de bienestar que mueve a los seres humanos. El budismo enseña que todas las sensaciones son transitorias e impermanentes y nos exhorta a buscar un estado de felicidad y de bienestar más allá de las sensaciones, sin negarlas ni rechazarlas.

Al igual que en el Zen esta visión de la no-dualidad es compartida por el vedanta advaita, que en palabras Nisargadatta es expresada así:

No necesita luchar contra el deseo. En última instancia, éste es un empuje hacia la felicidad, lo cual resulta natural mientras haya aflicción. Solamente vea que no hay felicidad en lo que usted desea.
(...) Todo lo que usted quiere es ser feliz. Todos sus deseos, cualesquiera que sean, son expresión de su ansia de felicidad. Básicamente, usted tiene buena voluntad consigo mismo. (...) Ámese a sí mismo sabiamente. Lo incorrecto es amarse a sí mismo estúpidamente, hasta el punto de hacerse sufrir.
(...) El deseo por sí mismo no es incorrecto. Es la vida misma, la urgencia es crecer en conocimiento y experiencia. Lo que es incorrecto son las elecciones que usted hace. Imaginar que algunas pequeñeces le harán feliz —comida, sexo, poder, fama— es engañarse a uno mismo. Sólo algo tan vasto y profundo como su Ser real puede hacerle verdaderamente feliz de modo duradero”.
Le preguntan: El abandono de los deseos, ¿requiere tiempo?
N:
Si lo deja al tiempo se necesitan millones de años. Abandonar un deseo tras otro es un proceso prolongado en el que nunca se ve el fin. Deje en paz sus deseos y miedos, preste toda su atención al sujeto, a aquel que está más allá de la experiencia del deseo y del miedo. Pregunte: ¿quién desea? Deje que cada deseo lo devuelva a usted mismo”.

La relación sexual en la pareja es sólo uno de los muchos aspectos que entran en juego en la relación. Desde el punto de vista del budismo es un error sexualizar la pareja o la vida, es decir, hacer de la sexualidad el eje central de la relaciones. La sexualidad juega un papel fundamental pero los seres humanos no somos exclusivamente animales sexuales. Los vínculos afectivos, la comunicación, el respeto, los propósitos de vida compartidos, la crianza y la educación de los hijos constituyen también ejes centrales sobre los que se edifica la pareja. La falta de conciencia de lo anterior ha permitido la aparición de las enfermedades de sociedad que siempre han acompañado a la humanidad, tales como: La peste, el cáncer y hoy el sida. Siendo agentes profundamente reveladores de la época: se dice que la peste es el miedo al diablo, el cáncer el miedo a la muerte, el sida, el miedo al amor. A pesar de esto no es de olvidar que todo fenómeno tiene siempre su aspecto negativo y su aspecto positivo. Claro que si se contrae el virus es negativo, difícil; pero al mismo tiempo, dicho virus nos lleva a reflexionar sobre nuestras relaciones, sobre la manera de hacer el amor, sobre la contracepción, la fidelidad, etc. Hace que cuestionemos todos nuestros valores.

Insisto, la perspectiva de la mirada budista no es la de una religión reguladora del comportamiento cotidiano, la de una psicología diagnostica, ni una filosofía moral para sus seguidores, sino más bien una fuente de inspiración y una experiencia (vivida básicamente a través de la meditación) a partir de la cual cada uno es alentado a actuar según su propia conciencia moldeada en una actitud despierta y atenta. Luego el primer paso para superar la lujuria no es suprimir el deseo, sino reintegrarlo, liberarlo, descubrir que el deseo es por una persona, por un otro y no por un objeto. Rowan William escribió que el amor ‘se mueve entre el egoísmo y la abnegación’.Te da un intenso sentido de ti mismo, y al mismo tiempo te hace desaparecer del mapa. Quizás la lujuria se da si prevalece el egoísmo, y el capricho pasajero si la abnegación es tan total que uno pierde toda identidad. La lujuria y el capricho pasajero puede parecer dos cosas muy diferentes y sin embargo son reflejo la una de la otra. En el encaprichamiento uno convierte a la otra persona en lo único, y en la lujuria uno mismo se hace único. En el primer caso uno se hace a sí mismo totalmente falto de poder, y en el segundo uno se arroga poder absoluto. Así pues castidad es vivir en el mundo real, viendo al otro como él o ella es y a mí mismo como soy. Esto es duro porque vivimos en el mundo virtual, donde podemos vivir en mundos de fantasía como si fueran reales. Vivimos en una cultura a la que le resulta difícil distinguir entre fantasía y realidad. Gracias a su tecnología Todo es posible en el mundo cibernético. Por eso la castidad es difícil. Es el dolor de descubrir la realidad. ¿Cómo podemos bajar a tierra, como retirar esa bruma virtual?

Por ello el tercer principio de práctica nos insta a "no seguir una sexualidad errónea", qué significa que la práctica sexual no debe ser causa de dolor ni de sufrimiento para los que la practican ni para terceras o cuartas personas relacionadas con ellos. Si nuestra práctica sexual genera dolor y sufrimiento en nosotros o en otros, nuestro gozo no puede ser completo. A partir de aquí, cada uno debe ejercer según su propia conciencia sabiendo que todas nuestras acciones tienen efectos en los demás y que las acciones de los demás tienen efectos en nosotros. Si la meta del practicante budista es el bien de todos los seres vivos, no puede practicar una sexualidad que sea fuente de dolor y de sufrimiento para sí mismo o para los otros. Relaciónate amorosamente con todos y todo como enseña Rinsai

Ante esto valdría la pena mirar un poco la genealogía de dicha sexualidad en la erótica humana hay muchas peculiaridades del placer y del deseo que nada tienen que ver con el coito, y que no tienen por objeto ni por fin último la reproducción. Mencionamos que la erótica reproductiva (coito) se ha tomado como modelo de “normalidad”, y se ha dado por supuesto que es “lo que le gusta a todo el mundo normal” o “lo que debe gustarle a todo el mundo”, olvidando que el sexo es una forma de comunicación en el hombre a diferencia del animal cuyo único fin es la reproducción. El deseo humano se compone de muchas peculiaridades que, por alejarse precisamente del coito heterosexual, a veces han sido consideradas en muchas ocasiones como patologías, perversiones o “trastornos”.

Lo cierto es que muchas de estas peculiaridades (las llamadas “parafilias”por la psicopatológica o incluso “trastornos”), están presentes en gran parte de la población en pequeñas dosis. Si se parte de un concepto de la erótica centrado en el coito reproductivo, toda la erótica no reproductiva no se entenderá, su sentido o significado escapará a nuestra comprensión. Pero es evidente que en la erótica humana hay muchas peculiaridades del placer y del deseo que nada tienen que ver con el coito. Podemos encontrar ejemplos de varias de estas peculiaridades en muchos deseos y gustos eróticos, siendo a veces ingredientes que enriquecen las sexualidades. Incluso las peculiaridades consideradas socialmente más “extrañas” se “cuelan”, veladas y atemperadas, pero presentes al fin y al cabo, en algunas representaciones eróticas del cine y de la literatura, así como en las fantasías y juegos de muchos amantes. Cuando se habla de conductas masoquistas o sádicas se suele mencionar que es muy importante pactar bien este tipo de prácticas y hacerlas de mutuo acuerdo. Por supuesto, esto es importante, como también pactar y hacer de mutuo acuerdo los coitos. Sobra decir que en toda relación erótica debe respetarse siempre la libertad y el deseo del otro.

Las peculiaridades son materiales con los que se va construyendo el deseo. Sin su presencia (usualmente en pequeñas dosis), muchos deseos se desmoronarían o se empobrecerían. Mientras se respete la libertad personal, y no se dañe a nadie, resumiremos diciendo que muchas de las conductas y fantasías eróticas que han sido y son consideradas “desviadas” no son en sí perjudiciales ni problemáticas, forman parte de la vida erótica de la mayoría de las personas (en mayores o menores dosis), y son conductas o fantasías que producen un enriquecimiento ersonal y/o un enriquecimiento de la relación de los amantes.
Vuelvo a repetir que la Vía no regula la vida íntima de sus seguidores. La filosofía occidental contempla el sexo a través de la óptica del dualismo: O bien se lo considera sagrado (en el matrimonio/pareja), o bien profano (fuera de lazos), sin admitir ningún matiz entre ambos extremos. Siempre cayendo en la dualidad de me gusta, no me gusta, bueno, malo, bonito, feo. Los budistas, en cambio, no establecen ninguna distinción entre sexualidad sagrada o profana. Por lo que al zen se refiere, las únicas distinciones a tener en cuenta en materia de sexualidad son las que deslindan los hábitos sexuales del acuerdo concertado y fundamental que permite la claridad y la aceptación del otro involucrado, La relación sexualidad-pecado tiene su origen en la tradición judeo-cristiana y no puede ser extrapolada universalmente. Habría que saber sin embargo, que el término "pecado" quiere decir etimológicamente con anterioridad al
arameoolvido’. Olvido de algo que estaba presente, "olvido" como dejar a un lado. No tener presente algo o alguien en ese momento, Para los griegos hamartia: ‘fallo de la meta, no dar en el blanco’. Aludía al concepto de vivir al margen de lo esencial "error en el tiro" Un pecado era pues un error de cálculo en el tiro. Desde este punto de vista podemos decir que ciertas actitudes con respecto al sexo son "errores de cálculo" y, por lo tanto, pecado en su sentido griego. O incluso olvido de otro. Por ejemplo, una sexualidad que genere apego, adicción, posesividad y en definitiva dolor y sufrimiento es un error de cálculo puesto que lo que se pretende con la relación sexual es alcanzar una experiencia de placer, gozo, satisfacción y bienestar.

La tradición budista no anatemiza las relaciones homosexuales”. Afirma Dokushô Villalba, (primer maestro zen español reconocido por la Escuela Soto Zen japonesa), “La práctica de la homosexualidad ha sido habitual en muchos monasterios budistas a lo largo de la historia, sobre todo dado que los monjes y las monjas han tenido prohibido durante siglos el matrimonio y las relaciones heterosexuales en casi todas las tradiciones Aunque la homosexualidad en los monasterios no se aireara públicamente. En la antigüedad, los monjes eran obligatoriamente célibes en todas las tradiciones budistas. Las escuelas budistas japonesas fueron las primeras que permitieron el matrimonio de los sacerdotes budistas, a finales del siglo XIX. Actualmente, el 99 % de los monjes o sacerdotes budistas japoneses están casados y compaginan sus deberes religiosos con su vida familiar. Sin embargo, esta situación es criticada por otras tradiciones budistas más tradicionalistas, como la Theravada, que se haya extendida por el sureste asiático y en la que los monjes siguen conservando estrictamente el celibato”.

Respecto a la homosexualidad, ésta fue aceptada por el propio Buda al permitir en vida la ordenación de monjes homosexuales excepto en el caso particular de aquellas personas llamadas entonces pandakas. Los pandakas eran caracterizados como personas poseídas en alto grado por pasiones sexuales (ussanakilesa), por una lujuria irrefenable (avapasantaparilaha), esencialmente dominados por su libido (parilahavegabhibhuta), por el deseo de conseguir prostitutas (vesiya) o parejas muy jóvenes (thulakumarika). Ello hacía muy difícil su pertenencia a la comunidad de monjes. Aunque el significado de pandaka no parece incluir directamente a los travestidos y transexuales, así sucedió en un episodio de la vida de Buda con un monje. Por esta asociación, en la mayoría de comunidades budistas como por ejemplo en la Tailandesa, tradicionalmente se ha vetado el acceso al monacato a transexuales y travestidos, si bien recientemente en el caso tailandés algunos abades ya han dado su consentimiento a la ordenación de éstos como monjes haciendo énfasis en subrayar la descripción de un estado mental y no del aspecto exterior de la persona. En cualquier caso, sexualidad (corporalidad) y espiritualidad no son dos conceptos antagónicos en la tradición budista, sino perfectamente compatibles. Todo depende de la actitud interior del individuo. Y a esto precisamente va dirigida la enseñanza budista: a la actitud interior con la que abordamos nuestras experiencias en la vida.

Las escuelas principales del budismo tibetano son cuatro: Nyingmapa, Kagyupa, Sakya y Gelugpa. A ellas debe sumarse la Bön, ya que actualmente la tradición Bön en su mayor parte realiza una práctica completamente budista y ha sido integrada dentro del paraguas del budismo oficial. El Dalai Lama es el cabeza visible del budismo tibetano En sus palabras en el libro: El arte de vivir en el nuevo milenio se lee: ..."el elemento más significativo para precisarlo es la naturaleza de la actitud o de la intención profunda que nos motiva, ¿es de carácter egoísta o compasivo? ¿hay o no algún tipo de reflexión para considerar la repercusión que tendrán nuestros actos no solo sobre nosotros sino también sobre los demás?....hay que recordar que, a menos que conozcamos con todo detalle la totalidad de las circunstancias internas y externas en lo tocante a las situaciones personales, nuca podremos tener la seguridad suficiente que nos permita juzgar con total certeza el contenido moral de los actos ajenos; habrá situaciones extremas en que el carácter negativo de tales actos sea evidente, pero no suele ser así en la mayoría de las veces, de ahí que sea muchísimo más útil SER CONSCIENTE DE UN SOLO DEFECTO PROPIO QUE SERLO DE UN MILLAR DE DEFECTOS AJENOS...por otro lado, en la tradición budista se nos recuerda que la tendencia al deseo sexual puede convertirse fácilmente en algo obsesivo, puede alcanzarse con gran rapidez ese punto en el que una persona apenas dispone de sitio libre para realizar una actividad constructiva...". En fin, parece claro que el planteamiento trazado ahonda en el renunciamiento a juzgar si es bueno o malo ser homosexual, como tampoco cabría tal actitud para abordar la naturaleza ética de ser heterosexual, transexual, socialista, conservador, carnívoro, vegetariano, madrileño o pekinés,... La conducta éticamente integra parece que pasa simple y llanamente por tratar al prójimo (y a la naturaleza) como a uno mismo, por esforzarse constantemente en lograr el respeto hacia uno mismo y hacia los demás y en asumir que la responsabilidad recae completamente en cada uno de nosotros y que lo que nos ocurre en nuestras vidas es fruto en último extremo de nuestras acciones (ley del karma). Por último y para matizar que si bien el deseo sexual se puede presentar como una fuente potencial de peligrosa obsesividad, no hay que olvidar que tal y como describe el budismo tantrico también "puede ser empleado deliberadamente en el proceso de desarrollo espiritual para conseguir la manifestación de un nivel de conciencia más poderoso y sutil revelando la naturaleza de la realidad con una fuerza tremenda y teniendo una trascendencia dinámica para la senda espiritual".

En el budismo se dice que la energía sexual y la energía espiritual es la misma energía. Alrededor del siglo V de nuestra era surgió en la India una nueva variedad de budismo. Se llamaba Vajrayana, ("el rayo") o budismo tántrico ("vehículo del diamante"). Hoy conocido como budismo tibetano, este caminó la cordillera del Himalaya; asentándose en Tibet, Nepal, Sikhim, Bután, el sur de China y Mongolia; La filosofía mahayana es la razón fundamental del Vajrayana, aunque éste utilizaba una nueva técnica para alcanzar la salvación: el tantra. De hecho, todos los fenómenos del universo son la misma y única energía de la vida. Los tantras utilizaban hechizos mágicos (mantras), diagramas ocultos (mándalas) y gestos manuales simbólicos (mudras). La meta consistía en alcanzar una unión mística con la realidad más allá de la realidad cotidiana. Por eso se simboliza esta unión mística como la unión entre un bodhisattva y su consorte femenino atravez de La energía sexual que puede ser refinada. El deseo que acompaña a la actividad sexual puede ser educado y dirigido hacia un estado de felicidad y de gozo mayor que el que proporciona el contacto sexual, sin negar por ello el placer propiamente sexual. En cualquier caso, sexualidad y espiritualidad no son dos conceptos antagónicos en la tradición budista, sino perfectamente compatibles. Todo depende de la actitud interior del individuo. Y a esto precisamente va dirigida la enseñanza budista: a la actitud interior con la que abordamos nuestras experiencias en la vida. Hay que notar también que el budismo tántrico no tiene nada que ver con rodear la vida de placer sexual, y no tiene nada que ver con otro tipo de "tantrismos" presentes en nuestra sociedad de consumo

Chuan Zhi Shakya, Abad de la Orden Hsu Yun del budismo Chan enuncia y explica el tercer precepto mayor así: “El sexo es un impulso natural para todas las formas de vida y no existiríamos sin él, por ello no hay bases para considerar que es inherentemente inmoral. Pero el impulso sexual, cuando está combinado con el deseo egoísta puede descarrilarnos del Camino. Debemos ser especialmente vigilantes para evitar las dificultades que vienen con la conducta sexual imprudente y descuidada. “Moralidad sexual” significa que actuamos responsablemente – que no dañamos a otra persona, o a nosotros mismos, por causa de nuestro deseo de sexo. Este precepto pone énfasis en que debemos ser considerados, compasivos y serios en nuestros encuentros sexuales. Nunca debemos involucrar a menores en actos sexuales. Y seducir a otra persona a través del engaño, drogas (como alcohol), u otros medios también viola este precepto. Cualquier actividad que explota otra persona de esta manera – la utiliza para motivos egoístas – le roba su humanidad. ¿Cómo puede esto ser de ayuda para alguien? El punto importante que debemos recordar es que necesitamos tratar a la gente respetuosamente, compasivamente, y como seres humanos en todas las situaciones. Debemos estar atentos de las consecuencias de nuestras acciones: ¿Causan daño a alguien? Consideramos tanto el daño psicológico como el daño físico y emocional. Si la respuesta es “sí”, nuestra conciencia debería decirnos que nos detengamos.Este es un precepto duro de mantener como puede parecer a primera vista. Incluso el Buda se dice que reconoció esto, de una forma humorística cuando dijo: “Si hubiera tenido otro obstáculo tan dificultoso para trascender como mi sexualidad, nunca lo hubiera logrado”. El maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh dice al respecto “No maltrates a tu cuerpo. Aprende a manejarlo con respeto. No veas a tu cuerpo sólo como un instrumento. Preserva las energías vitales (sexual, respiración, espíritu) para la realización del Camino.La expresión sexual no debería ocurrir sin amor y compromiso. En las relaciones sexuales, sé conciente del sufrimiento futuro que pueda causarse. Para preservar la felicidad de los demás, respeta los derechos y compromisos de los demás. Sé plenamente conciente de la responsabilidad de traer nuevas vidas al mundo. Medita sobre el mundo al cual estás trayendo nuevos seres”

Otras formas de enunciar este precepto en el budismo rezan así:

Abstención de conducta sexual ilícita.

No tener una conducta sexual promiscua, sino practicar la pureza de mente y el auto control.

Tomo el precepto de no mantener una conducta sexual incorrecta (dañina con otros o conmigo mismo).

Me comprometo a la práctica de la responsiblilidad sexual; Me abstengo de la mala conducta sexual.

Kāmesu micchācārā veramaṇī sikkhāpadaṃ samādiyāmi (Tomo el entrenamiento de abstenerme de conductas sensoriales incorrectas.) «Nālandā Vandanā», Centro de Estudos Buddhistas Nalanda, Belo Horizonte, 1999.

No hacer mal uso de la sexualidad sino ser responsable y cuidadoso. Es reconocer que la sexualidad es parte del aspecto diario de la vida. Reconociendo y haciendo honor a la sexualidad como parte en la creación de un ambiente donde se pueda cultivar un ambiente de conciencia, atención y compasión en las relaciones con los demás.

Llevar una vida casta. Para el laico implica la fidelidad a su cónyuge y no desear la mujer y o al hombre ajenos, para el monje o monja castidad completa

Las acciones diestras están basadas en la amabilidad y claridad, son aquellas que se encuentran libres de avaricia, odio e ignorancia, y que están motivadas por la generosidad, por el amor y la comprensión. Consiste en actuar a partir de lo mejor que hay en nosotros, desde nuestra más profunda comprensión e intuición. El Bodisattva actuará inevitablemente de cierta manera debido a que es parte de su naturaleza de ser iluminado.

Con tranquilidad, sencillez y contento purifico mi cuerpo
Me comprometo a seguir la senda que consiste en
abstenerme de una conducta sexual incorrecta.










Taiun

1 comentario:

Comunidad Soto Zen de Colombia dijo...

Queridos hermanos en el Dharma,

quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer a nuestro querido compañero y presidente Juan Manuel González por la riqueza de sus escritos y por compartir sus ideas abiertamente. La intención de Juan, que me parece muy válida, más que compartir sus ideas como verdades, busca despertar un espacio de reflexión y surge de un deseo de discutir, en el sentido dialéctico Budista. Es ayudarnos los unos a otros a clarificar nuestro propio proceso, a partir reflexiones personales. Por esto, resultaría provechoso que más personas se unieran a una discusión abierta.

Cuando nos encontramos con textos tan bien documentados como los de nuestro amigo filósofo resulta difícil polemizar pues es evidente que están bien sustentados en la experiencia de muchos maestros de la tradición Budista. Bodhisattvas que han querido compartir con nosotros, simples mortales, sus experiencias basadas en la propia práctica y en su deseo profundo de aliviar el sufrimiento.

Con respecto al tercer precepto que habla sobre la sexualidad, lo importante es observar nuestras motivaciones con honestidad. Si no clarificamos nuestras intenciones profundas, resulta muy fácil aprovecharnos de otros y justificarnos diciendo que estamos haciéndolo por el bien de la otra persona, mientras que en realidad estamos obedeciendo a impulsos egoístas. Todo lo que hagamos desde la motivación compulsiva habitual de buscar placer personal y buscando rechazar las sensaciones negativas, corresponde a mecanismos prefabricados de un aparente Yo, separado de la realidad. Las acciones de este ego que están centradas en sí mismo, inevitablemente producen dolor, porque desconocen las necesidades intrínsecas del otro y esto va en sentido opuesto a nuestro voto de Bodhisattvas de ayudar a los demás. Para el Budismo Mahayana aliviar el sufrimiento es lo esencial. El primer grupo de tres preceptos solemnes que recibimos en las ordenaciones está basado en la estrofa 183 del Dharmapada que dice:



“Refrenarse de todo lo que produce daño

realizar todo lo que es saludable,

purificar la propia mente,

es la enseñanza de los budas”.



Así, debemos abstenernos de lo que pueda causar mal a otros o a nosotros mismos y estimular las acciones que vayan en beneficio de los demás. Si tenemos en cuenta esto, cada acción que realicemos será una manifestación de los preceptos, aplicados a la vida cotidiana y nuestra vida y nuestro camino espiritual no estarán más separados.



En nuestra práctica de zazen, por otro lado, desarrollamos la actitud mental de soltar. Soltar las ideas de separación, de posesión, de obtención o de rechazo. Cuando comprendemos que nosotros no estamos separados de las demás formas en el Universo, no se genera en nosotros el deseo de poseer eso que en otras circunstancias sería un objeto externo. Desde esta perspectiva, no podemos poseer nada, no podemos utilizar nada para nuestro propio beneficio. Así, ¿cómo podemos hacer mal uso de la energía sexual? Cuando las relaciones interpersonales se dan en este estado de lucidez, el resultado natural es que la vida florezca con generosidad y se desarrollen en nuestro interior, la ecuanimidad, la tranquilidad y la dicha naturales, como manifestación de una vida resplandeciente y sin obstrucciones.

Esperamos más comentarios.

Reciban un saludo con mis mejores deseos de bienestar.

gassho,
Densho