En la tradición zen, el 8 de diciembre se celebra la iluminación del Buddha. Quisiera compartir con todos ustedes unas palabras de reflexión sobre lo que significa este despertar en nuestra vida.
“Cuando la estrella de madrugada finalmente apareció,
Buddha realizó la Vía.
En la nieve hay una sola rama de flores de ciruelo.
En la Gran Tierra, los seres sensibles junto con las hierbas y los árboles
Alcanzaron gozo como nunca antes de este momento.”
Dōgen Zenji Eihei Kōroku 5.360
Luego de su experiencia de iluminación, el Buda con profunda compasión decidió convertirse en maestro de “seres humanos y celestiales”. Gracias a su voto de compartir su experiencia para ayudar a liberarlos a todos del sufrimiento, sus enseñanzas se han transmitido por más de 2500 años y aunque se han desarrollado diversas escuelas a través de la historia, esto no es más que la expresión de Upaya (los medios hábiles) para ayudar a los seres a atravesar de la orilla del samsara a la del nirvana. El mismo maestro Dōgen luego de su regreso de China, expresó que él no había traído una escuela nueva, sino el dharma mismo de buddha en su expresión más pura y el que había recibido junto con el linaje de su maestro Tendo Nyojo (T'ien-t'ung Ju-ching). Dōgen dijo: “El gran maestro Shakyamuni correctamente transmitió el método maravilloso para realizar la vía. Los tathagatas de los tres tiempos también alcanzaron la Vía a través de zazén. Por esta razón, [zazén] ha sido transmitido de persona a persona como la verdadera puerta.”
En nuestra práctica de zazén soltamos todo lo que viene a la mente, incluyendo percepciones, pensamientos y sensaciones. Es decir, abandonamos nuestra manera habitual de ver la realidad y de relacionarnos con los fenómenos. Las formaciones mentales siguen apareciendo pero se extinguen por sí solas debido a que no nos identificamos con ellas. Ya no nos separan de la realidad presente, sino que forman parte del escenario, de la manifestación total de la existencia en la cual estamos incluidos también nosotros. Nos liberamos de nuestra ilusión de ser identidades fijas y fluimos momento a momento mientras incluimos todo lo que se presenta. Liberamos a las demás existencias de la separación que habíamos creado con nuestras opiniones. Nos sumergimos por completo en la vida presente y todo lo que aparece ante nosotros es Manifestación Total. Podemos aceptar sin condiciones, sin juicios, a cada fenómeno, a cada circunstancia presente, sin la habitual creencia de que si las circunstancias de nuestra vida fueran diferentes todo sería mejor. Es la comprensión absoluta de que todo lo que existe es ahora, incluyendo pasado y futuro. Despertamos a la realidad de interdependencia de todo en el Universo y comprendemos cómo cada cosa que hacemos, pensamos y decimos afecta a los demás seres. Esto es lo que el maestro Dōgen llama Jijuyu zanmai, la práctica del ser en samadhi (recogimiento), recibiendo y aceptando su función.
No hay separación entre nuestro zazén y el despertar de Buddha. Okumura Rōshi dice: “Sin práctica, aquí y ahora, las enseñanzas del Buddha no significan nada. En este sentido, nuestra práctica manifiesta buddha. Debido a nuestra práctica, Buddha revela su vida eterna aquí y ahora.” Es así, como en cada momento que practicamos, actualizamos el despertar en el cual, como el mismo Buddha lo declaró en el momento de su iluminación: “He alcanzado la vía simultáneamente con el mundo entero y todos los seres sensibles. Todo – las montañas, los ríos, los árboles, el pasto – todo ha alcanzado la budeidad.”
En nuestra práctica de zazén, debemos abandonar la búsqueda de lucro personal y confiar toda nuestra existencia presente a la postura. Expresar con todo nuestro ser, con cada célula de nuestro cuerpo la certeza de que “zazén es la realidad total de la vida”. Como lo expresó el maestro Dōgen: “Cuando uno expone el mudra (sello) de Buddha con todo el cuerpo y la mente, sentado en esta concentración aunque sea por un corto tiempo, todo en el completo mundo del dharma se convierte en el mudra de Buddha y todo el espacio en el Universo es iluminación total.
Nuestra práctica es nuestro aporte creativo, nuestra contribución concreta para transformar las raíces del sufrimiento y crear las condiciones de una vida sana y una sociedad compasiva, tolerante, inclusiva y respetuosa. Lo(a)s invito a continuar alimentando el fuego de nuestra sangha con su práctica y a iluminar el camino de nuestros hermanos desde el faro del templo Zen Mente Magnánima, Daishinji.
Fraternalmente en el Dharma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario