Nuevo Zendo!!!
El valor de la sangre - Claude Anshin Thomas monje zen
Traductor: Javier Gil (artículo de medialens.org)
Artículo que trata la manera en que los medios de comunicación y periodistas británicos enfocan las guerras, un enfoque que favorece constantemente los intereses de su gobierno, así como las técnicas periodísticas que utilizan.
El valor de la sangre
La soberanía, hecha añicos por la fuerza
“Mi trabajo en Vietnam consistía en matar a gente. Para cuando me hirieron por primera vez en el campo de batalla (dos o tres meses después de entrar en combate), yo ya había sido directamente responsable de la muerte de varios cientos de personas. Ahora no pasa un solo día sin que vea muchas de sus caras.”
Son palabras de Claude Anshin Thomas, al relatar sus experiencias como jefe de tripulación de helicópteros de asalto estadounidenses en la Guerra de Vietnam. Thomas recuerda un incidente en especial:
“Llegamos allí muy bien equipados... abrimos fuego y, sin darle más vueltas, destruimos el poblado por completo. Lo destruimos todo. Una auténtica masacre, una locura. No había nada allí que no fuera parte del enemigo. Así que matamos todo lo que se movía: hombres, mujeres, niños, ganado, perros, gallinas. Sin ningún sentimiento, sin ni siquiera pensarlo. Fue fruto de la locura. Destruimos casas, árboles, vehículos, todo. Lo único que quedó al terminar eran cuerpos sin vida, fuego y humo. Era como un sueño, no parecía real. Sin embargo, cada uno de los actos que cometimos fueron completamente reales.” (Thomas, At Hell’s Gate - A Soldier’s Journey From War To Peace, Shambhala, 2004, p.20)
Tal y como le sucede a cualquier veterano de guerra, sea del bando que sea, la guerra nunca terminó para Thomas. El sufrimiento que él causó y experimentó le llevó a experimentar nuevos casos de violencia, odio, autorechazo, abuso de las drogas y del alcohol, y desamparo familiar, situándole al borde del suicidio y de otros tormentos. En su libro, At Hell’s Gate - A Soldier’s Journey From War To Peace (A las puertas del infierno – El recorrido de un soldado de la guerra a la paz), Thomas describía cómo encontró la cordura mediante la propia aceptación de su sufrimiento, y mediante la compasión por los demás y por sí mismo. Tras haber sido ordenado monje budista Zen, Thomas ha dedicado su vida al activismo por la paz, visitando zonas en conflicto en todo el mundo y realizando un peregrinaje pacifista de 8.000 kilómetros que le llevó desde Auschwitz (Polonia) hasta Vietnam.
Thomas tiene un mensaje fundamental para todos nosotros sobre la verdadera naturaleza y origen de la violencia:
“Es importante tener en cuenta que los veteranos de guerra no son los únicos sobre los que recae la responsabilidad de las atrocidades de la guerra. Los que no son veteranos también aprueban la guerra, respaldan la entrada en la guerra, apoyaron el envío de tropas a Vietnam – y son precisamente los “no veteranos” quienes a menudo dan la espalda a los soldados a su regreso, en un intento por evitar su propia complicidad con la guerra... Pero si analizamos este asunto más de cerca, nos damos cuenta de que quienes no lucharon en el campo de batalla no son distintos a los que sí lucharon; todos somos responsables de la guerra. La guerra no es algo que sucede de forma ajena a nosotros; es una proyección de nosotros, sus raíces parten de nosotros mismos. Se forja dentro de todos nosotros.” (pp.50-51)
¿Qué dice de nuestra cultura -se pregunta Thomas- el hecho de que parezca que nos crezcamos cuando experimentamos la violencia, tanto si es ficticia como verdadera, o el hecho de que nuestros videoclubes y televisiones estén repletos de películas plagadas de muertes?
Los periodistas y políticos también experimentan sentimientos casi oníricos en relación con sus acciones y creen que están desvinculadas del sufrimiento que ocasionan. Pero sus acciones también son verdaderas.
Por ejemplo, resulta asombroso reflexionar sobre el hecho de que nuestro sistema mediático no está controlado por el gobierno. ¿Quién lo podría adivinar dado el respaldo constante que los grandes grupos mediáticos dan a la violencia en masa comprometida por nuestro gobierno y sus aliados? ¿O por la entusiasta demonización llevada a cabo de los líderes y países que son etiquetados como “enemigos” del estado? ¿O por su constante indiferencia ante las muertes masivas de nuestras víctimas? Tal y como comentaba recientemente el parlamentario británico George Galloway, del partido Respect, a una desafortunada periodista de la cadena Sky News:
“A ustedes les trae sin cuidado. Ni siquiera se preocupan por las familias de los palestinos. Ni siquiera saben que existen... Porque siguen creyendo, aunque algunos de ustedes quizá aún no se han dado cuenta, que la sangre israelí vale más que la sangre de los libaneses o de los palestinos. Esa es la verdad, y los telespectadores más perspicaces ya lo saben.”
Pero, ¿se ven los propios periodistas como instrumentos de esta maquinaria de matar? La mera idea les resultaría absurda – simplemente están haciendo su trabajo, como todos los demás.
Tal y como comenta el veterano de Vietnam Claude Anshin Thomas, es absurdo creer que la violencia la ejercen sólo los pilotos que lanzan las bombas, o los soldados que disparan. La violencia nace a partir de la falta de criterio, de la compasión con prejuicios y de la indiferencia ante los demás. Wintour y MacAskill pasaron a formar parte de la maquinaria asesina al informar sin ningún tipo de crítica ni controversia acerca de la insistencia de Blair de que sólo Hezbollah –a la que hace referencia como las “milicias armadas”- debía ser desarmada. ¿Haría el diario The Guardian algún tipo de comentario para compensar, o mostraría un punto de visto alternativo, si un líder mundial sugiriera que sería imposible alcanzar un acuerdo hasta que la fuerza de defensa israelí estuviera completamente desarmada mientras que Hezbollah mantuviera su armamento, o si estas armas constituyeran una de las maquinarias militares más importantes del mundo, incluidas varios cientos de armas nucleares?
Es así como el periodismo “objetivo” alimenta permanentemente la violencia – las voces “controvertidas” de nuestros “enemigos” se compensan con argumentos contrarios, pero las voces “respetables” de nuestros líderes no conllevan ningún argumento en contrario. Esto nos hace respaldar actos de violencia masiva continuamente, década tras década.
Claude AnShin Thomas Monje Zen devisita en Colombia
ATMV205 Claude AnShin Thomas - Zen Monk
Soto Zen Colombia, ceremonia de preceptos budistas
El Cyberpunk, Su belleza y Su cuerpo high-tech
La Ética (del griego ethika, de ethos, ‘comportamiento’, ‘costumbre’) en unísono con la estética nos habla de la construcción de lo bello, como cierta actitud vital que construye un modo de ser bello. En Heidegger, el arte se realiza como puesta en obra de la verdad en cuanto presencia manifiesta del ser.
Sin embargo, la cultura postmoderna.la Cirugía cosmética y las nuevas tecnologías de representación corporal apuntan a una cosificación que recubre la mirada esa que sabe de nuestros cuerpos no sólo como estructuras físicas sino como estructuras vividas, experienciales, es decir como externos e internos, como biológicos y fenomenológicos, íntegros y por ello bellos, luego toda estética es ética y viceversa
¿Cómo recuperar la mirada auténtica de esta belleza, que es la intimidad? ¿Cómo interiorizar la cosmética y el arreglo, sino es mediante una actitud vital, que pudiéramos denominar el talante estético, que abarque todos los aspectos de la existencia? Dicho talante se ve impreso por la Ascética, entendida en el término clásico que expresa ese dinamismo superador que unifica en el hombre lo físico, lo psíquico y lo espiritual. Del griego asketés, que traduce como ejercitación, entrenamiento, la ascética es pues el lienzo, donde se plasma la inspiración última de las prácticas cosméticas, que les confiere profundidad en lo humano, y con dicha hondura, también horizonte espiritual y desasimiento. Pues ¿cómo entender la belleza del cuerpo si no es como esplendor de la persona, irradiación de su intimidad?
Dicho acontecimiento en el zen se sirve de tres imágenes para indicar cómo se concibe el despertar a la verdad del sí mismo y la realización del yo verdadero, el único verdaderamente bello, entendida en la tradición como “yo sin yo””. La primera imagen es un círculo vacío, la segunda es un árbol floreciente junto a un río, y la tercera un anciano y un joven que se encuentran en el mundo y que entablan el singular diálogo zen de pregunta y respuesta.
La primera imagen es un círculo vacío, dentro del cual no hay nada dibujado. Es una imagen de lo que no tiene imagen y de la infinita desfiguración. Para el verdadero yo lo más importante es desprenderse absolutamente de su yo, ser sin imagen y sin forma. El hombre debe penetrar en la pura nada, es decir en “la gran muerte”; se trata de morir al yo mismo. En esta muerte, el yo alcanza ser sin imagen y sin forma; se convierte en un “yo sin yo”. el círculo vacío, la nada infinita, el silencio absoluto da lugar a la segunda imagen de lo que no tiene imagen.
Se trata de un árbol florido a orillas de un río. La leyenda que acompaña a esa imagen es típicamente zen en su simpleza; reza así: Las flores florecen, tal y como florecen; el río fluye tal y como fluye. Aquí se representa el renacimiento a partir de la nada, y el árbol floreciente es la primera concreción del “yo sin yo”. Un árbol que florece tal y como florece, encarna el “yo sin yo” del verdadero yo. El “yo sin yo” se encarna en la naturaleza.
El término naturaleza, Shizen, no se corresponde con el concepto occidental de naturaleza. La palabra Shizen está formada por dos caracteres chinos. El primero significa “desde sí mismo” y el segundo “ser así”. Naturaleza sería, entonces, “ser así, como se es desde sí mismo”. El “yo sin yo” se encarna en la naturaleza en la medida en que es Shizen: es así, como es desde sí mismo, como las flores que florecen tal y como florecen. La sentencia zen es más simple, florecen tal y como florecen, sin interrogación del porqué. El vivir sin-porqué es para el zen la libertad como nada vivida, máxima expresión de la belleza.
Fotos de la visita de Shotai de La Rosa Sensei
Noticias: Visita de Shotai de la Rosa Sensei
Aprovechando que algunos miembros de nuestra comunidad se están preparando para tomar los preceptos del bodhisattva, aquí pueden ver como es la Ceremonia de entrega y aceptación de los preceptos Budistas Jukai-e en 2006 Shogoji International Ango publicado por el usuario sotozenperu en el portal de videos YOUTUBE.
Rakusu Zen Parte 1
Rakusu Zen Parte 2
ZUKHA
(Traducción de Okumura a:” jiko ga jiko o jiko suru y” de Kodo Sawaki)
“Lo mejor y más magnífico a lo que se puede llegar en esta vida es callarse y dejar actuar y hablar a Dios. Dejar a Dios ser Dios”
(Eckhart Tratados y Sermones)
“Ser: Nada: lo Mismo”
(Heidegger, “Seminar in Le Thor (1969)”, Vier Seminare, p. 99.)
“El verdadero hogar de usted está en la Nada; en el vacío de todo contenido”
(Nisargadatta I.A.T., p. 487; Y.s.e., p. 779)
Zen es budismo extremo sin dios ni texto ni religión, solo silencio
Zen es budismo con la serenidad como quietud interior sin ruido ni agitación.
Más allá de la práctica de la meditación, está la actitud. Un principiante debe aprender a cultivar la llamada "serenidad de un moribundo". “¿Qué es esta serenidad? Es la serenidad de conocer qué es importante y qué no lo es, de aceptar y perdonar. Alguien que haya estado junto a la cama de un moribundo comprenderá esta serenidad. ¿Qué haría el moribundo si alguien lo insultara? Nada. Cuando yace allí, ¿hará planes para hacerse famoso o rico? No. ¿Si alguien que antaño le hubiera ofendido le pidiera su perdón no se lo daría? Por supuesto que sí. Un moribundo conoce la falta de sentido de la enemistad. El odio es siempre un sentimiento lamentable. ¿Quién desea morir sintiendo odio en su corazón? Nadie. El moribundo busca amor y paz”.
“Hubo un tiempo en que el moribundo se permitía el lujo de albergar sentimientos de orgullo, codicia, lujuria y cólera, pero ahora tales sentimientos se han ido. Hubo un tiempo en que era condescendiente con sus malos hábitos, pero ahora se ha librado de ellos. No lleva nada. Ha dejado a un lado sus cargas. Está en paz”.
Enseñanzas Zen del Maestro Xu Yun Traducido por Shi Chuan Fa y Rev. Yin Zhi Shakya
Entenderé por Serenidad ese estado adquirido de plenitud subyacente a cada instante de la existencia y que perdura a lo largo de las vicisitudes que la constituyen, concepto correspondiente al samtosha del kriga yoga: satisfacción, habilidad para conformarse con lo que se tiene y con lo que no se tiene. Relacionado con Aparigraham, vocablo para no-aferrarse, abandonarse. Con dicha actitud serena o samtosha se obtiene el más alto nivel de felicidad (sukha). Descrita como aquella sensación profunda de serenidad y plenitud que emerge de la mente excepcional (mente sana)
El budismo postula que sukha está vinculado a la comprensión de la manera en que funciona nuestra mente y depende de nuestra forma de interpretar el mundo, pues si bien éste es difícil de cambiar, sí es posible transformar la manera de percibirlo.
Dicha actitud, nos dirá Heidegger, permite alumbrar la realidad desde su fuente supra-objetiva; no obstante es un modo de relación con y frente a la actualidad.
(...) una manera de pensar y de sentir, una manera, también de actuar y de conducirse que marca una relación de pertenencia y simultáneamente se presenta a sí misma como una Tarea. La definición que proporciona sobre dicha actitud Baudelaire de igual forma pone en juego un modo de relación que hay que establecer consigo mismo, es decir que ésta “no libera al hombre en su propio ser, si no que lo obliga a la tarea de elaborarse a sí mismo”.
Luego una actitud serena planteada de este modo, requiere para quien la practique, un análisis de sí mismo como ser históricamente determinado, no buscar algo ya dado, señalará Foucault; demanda pues, renunciar como punto de partida a la tendencia (extremadamente occidental) de buscar una única verdad aplicable a todas y cada una de las personas, de todo tiempo y lugar; es decir, renunciar al carácter universal. Toda actitud basada en este principio tiene un carácter creativo.
Todo aquello que en la vida, en la conciencia y en el acto consideramos como un objeto determinado, cobra su determinación y su imagen en esta la actitud que manifestamos: es nuestra actitud la que determina el objeto con su estructura, pero no al revés; sólo cuando nuestra actitud se vuelve caprichosa y fortuita, cuando nos apartamos de ella de principio con respecto a las cosas y al mundo, el determinismo del objeto se contrapone como algo ajeno y autónomo, empieza a desintegrarse y nosotros mismos caemos bajo el dominio de lo aleatorio.
La Gelassenheit es la palabra que utiliza en alemán Heidegger para la noción de serenidad, al traducir la palabra en clave heideggeriana se lee: es la actitud de “dejar ser” (seinlassen), el “dejar ser al Ser”, el “desasimiento”. Heidegger utiliza la Gelassenheit de Eckhart ( el místico occidental alemán en el que Oriente más íntimamente se ha reconocido. Intelectuales como Coomaraswamy, uno de los defensores de la cultura India aludía a los sermones de Eckhart como las UpaniSads de Europa; D. T. Suzuki lo comparaba con el Budismo Jodo Shinshu sosteniedo una explícita afinidad del pensamiento eckhartiano con el pensamiento zen; S. Radhakrishnan lo cita asiduamente en las anotaciones a su traducción de las UpaniSads
Heidegger se preguntaba por la actitud que habríamos de adoptar ante el actual poderío de la técnica “poderío que ha hecho prevalecer la lógica calculadora y ha convertido la falta de pensamiento” (de pensamiento meditativo) en “un huésped inquietante del mundo de hoy”. Es evidente, afirma, que no tiene sentido arremeter sin más contra el mundo técnico; pero, a su vez, nos hallamos ante el peligro de caer en una total servidumbre con relación a él. Ahora bien, este aparente dilema puede ser superado; así, cabe hacer uso de los objetos técnicos y de la lógica calculadora que los posibilita y, a su vez, mantenernos interiormente libres con relación a ellos, dejarlos descansar en sí mismos como algo que usamos pero que no nos concierne esencialmente. Actitud que nace de aprender a mirar en nuestro interior pero también de aprender a mirarnos un poco menos a nosotros mismos dirá Mathieu Ricard quien recuerda la sentencia de Chuang tzu “Los peces se olvidan de si mismos en el agua, los hombres deberían de olvidarse de si mismos en el tao”.
“No tememos a la muerte, ni al sufrimiento, ni a la vejez o a la enfermedad. Disfrutamos de todos los aspectos de la vida como un despliegue de la gran mente y no nos interesa sentir ninguna alegría excesiva. De modo que conservamos una serenidad imperturbable, la cual es la serenidad imperturbable de la gran mente, que es la que se necesita para practicar zazen”. Shunryu Suzuki (Mente zen, mente de principiante)
Heidegger estará cerca en su descripción de la serenidad aunque sólo sea por la ausencia de ambigüedades terminológicas e interpretativas al respecto del planteamiento del budismo zen, el taoísmo, o el vedanta, para los que la voluntad como tal no es, en ningún caso, el marco desde el que pueda comprenderse el sentido profundo de este “dejar ser” lo que es. Actitud que dice “sí” y “no” a la vez y nos mantiene abiertos al sentido oculto del mundo técnico, pues no “hace” algo con relación a él sino que simplemente “lo deja ser”, es “serenidad”, “desasimiento” (Abgeschiedenheit), “ecuanimidad de ánimo ante las cosas”, “apertura al misterio” (die Offenheit für das Geheimnis), o “dejar ser al Ser”; a lo que podremos leer en Schopenhauer “el hombre que está penetrado de la idea de la dejación absoluta, cualquiera que fuere su desnudez, por privado que esté exteriormente de toda alegría y de todo bien, gusta, sin embargo, de pleno regocijo y goza de un sosiego verdaderamente celestial (…) Lo que siente es una paz inquebrantable, un sosiego profundo, una íntima serenidad, un estado que no podemos imaginar sin aspirar a él con ardor, porque nos parece el único justo, infinitamente superior a cualquier otro; un estado al que nos convidan y llaman lo mejor que hay en nosotros y esa voz interior que nos grita: Sapere aude. Entonces comprendemos bien que todo deseo cumplido, toda dicha arrancada a la miseria del mundo, son como la limosna que sostiene hoy al mendigo para que mañana se muera de hambre, al paso que la resignación es como una tierra recibida por herencia, que pone para siempre al abrigo de los cuidados al feliz poseedor."
En este hombre, que ha dejado de querer la vida, se torna una débil apariencia semejante a un sueño matinal y acaba por difuminarse como éste mediante una inadvertida transición, “La voluntad se aquieta, extinguiéndose al punto de sólo conservar la mínima indispensable para mantener la propia vida y existir como un espejo del mundo que nada enturbia".Al paso que la aceptación es “la herencia inesperada”, pone para siempre a resguardo al feliz poseedor de esa actitud serena.
“Treinta radios convergen en el centro de una rueda, / pero es el vacío el que la hace útil al carro/. Se trabaja la arcilla para hacer vasijas, / pero es su vacío del que depende su uso. / Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa, / pero es el vacío lo que permite habitarla. / El Ser da posibilidades, / pero es el No-ser lo que permite utilizarlas”
Este tipo de expresiones nos aproximan al significado del término Gelassenheit; y todas ellas nos hablan de un “entre”: se muestra como nada, como vacuidad, para nuestra mente dual y objetivante. Un sostenimiento entre el sí y el no, la serenidad no es decir “sí” ni decir “no”, sino un decir “sí” y “no” a la vez. Decir “sí” y “no” a la vez es contradecir la lógica de la voluntad individual que es siempre dual: dice “sí”, o bien, dice “no”. La voluntad que quiere o aferra dice “sí”; la voluntad que no quiere o no apropia dice “no”. Pero la voluntad individual no puede entender qué sea un decir “sí” y “no” a la vez. Esta paradoja es análoga a aquella con la que el Maestro Eckhart instaba a “no querer”, y a su vez, a “no querer no querer”.
“La Gelassenheit no tiene su origen, pues, en la voluntad humana” -nos dirá Heidegger- “obra desde otra parte”:
P: ¿Por qué nosotros no podemos desde nosotros mismos despertar en nosotros la Serenidad?
I: La Serenidad es, por tanto, puesta en obra desde otra parte.
P: No puesta en obra sino otorgada (zugelassen).
E: Aunque todavía no sé lo que quiere decir la palabra Serenidad, vislumbro de modo aproximado que la Serenidad se despierta cuando a nuestro ser le es otorgado el comprometerse (einzulassen) con lo que no es un querer.
I: Habla usted sin cesar de un dejar, lo que suscita la impresión de que con ello se refiere a algún tipo de pasividad. Con todo, creo entender que no se trata en modo alguno de un inerme dejar ir las cosas a la deriva.
E: Tal vez se oculte en la Serenidad un obrar más alto que en todas las gestas del mundo y en las maquinaciones de los hombres...
P: ... un obrar más alto, que no es sin embargo, ninguna actividad.
I: Por consiguiente, la Serenidad yace (liegt) -suponiendo que aquí se pueda hablar de yacer- más allá de la diferenciación entre actividad y pasividad...
E: Porque la Serenidad no pertenece al dominio de la voluntad (weil die Gelassenheit nicht in den Bereich des Willens gehört)
“Esta [actitud] no la puede aprender el ser humano mediante la huida, es decir, que exteriormente huya de las cosas y vaya al desierto; al contrario, él debe aprender [a tener] un desierto interior [el de la vivencia inobjetiva de Sí] dondequiera y con
Quien quiera que esté” Eckhart.
La Gelassenheit no pertenece al dominio de la voluntad: no es un mero querer ni un mero no-querer y no es un hacer ni un no-hacer. Cuando las distintas tradiciones no-duales hablan, en ocasiones, de un “no querer”, e incluimos aquí el pensamiento zen, hablan de hecho, de esta actitud no relativa a la voluntad; si bien, la propia limitación del lenguaje puede dar pie a que estas expresiones se interpreten inadecuadamente, como si aludieran a una mera no-volición o a una volición negativa. Para estas enseñanzas, este “no querer” trasciende la dualidad querer-no querer; es una tercera instancia –no-dual- con relación a los términos de dicha alternativa y, por lo mismo, no los excluye. No es un sí ni un no; pero tampoco es la mera negación de ambos: es la libertad respecto al sí y al no y, a su vez, es tanto un sí como un no; pues el sí y el no, desde esta tercera instancia, dejan de ser excluyentes. Este no-querer así entendido trasciende la dualidad actividad-pasividad; o más bien, es una pasividad que constituye la forma más alta de actividad: esa que al igual que zazen es moshutoku (practica sin provecho) zanzen. La Serenidad reposa (liegt), se deja ser aceptando que aquí se pueda hablar de reposar más allá de la diferenciación entre actividad y pasividad, ya que tal vez se oculte en la Serenidad un obrar más alto que en todas las hazañas, como ya apuntamos con Eckhart.
“Yo no necesito de coraje. Yo vivo de coraje. El coraje es mi esencia, lo cual es amor a la vida. Estoy liberado de recuerdos y anticipaciones, sin preocuparme de lo que soy y de lo que no soy. No soy adicto a auto-descripciones: Aham brahmAsmi (“Yo soy lo Supremo”); no me sirven de nada, porque tengo el coraje de ser nada y de ver el mundo como es: nada. Suena simple, ¡pero inténtelo! Olvide sus experiencias pasadas y sus logros, quédese desnudo, expuesto a los vientos y lluvias de la vida y tendrá una oportunidad”. Nisargadatta
Serenidad de una mente magnánima, Dirá Okumura a aquella que está en el acto al abrir la mano del pensamiento y abstenerse de discriminar y comparar, no es una actitud moral ya que no nos movemos en el nivel de la voluntad: de lo bueno y de lo malo, de lo adecuado o inadecuado, ajena a todo tipo de tonalidades morales/sentimentales, sino la única actitud acorde a la naturaleza del yo y de las cosas: a su ser nada en sí mismos. Ecuanimidad que no es obrar humano, porque un supuesto obrar meramente humano es, igualmente, una falacia, otra imposibilidad metafísica. El yo individual no puede aferrarse a nada porque, en sí mismo, el yo individual es nada, en budismo en general se insiste en lo que se considera la característica fundamental del universo: paticcasamuppada o surgir-inter-dependiente, el hecho de que la realidad es una red sin límites de interrelaciones cuyos nudos momentáneos dan lugar a las cosas de la experiencia, que es pura relación sin substancialidad o en la que nada es en sí, busca dejar al hombre sin nada a lo que poderse aferrar, y el yo que busca poseer y poseerse a sí mismo no es más substancial que las cosas: es anatta (no yo). Ni hay un yo que pueda aferrarse a sí mismo ni nada que aferrar. La apertura del hombre a dicha serenidad y la apertura de la realidad al hombre en la Serenidad es una cuestión estrictamente funcional: acontece en el mismo proceso por el que el hombre se reduce progresivamente a lo que es abandonando lo que cree ser; un proceso que es el mismo proceso por el que el Ser retorna a sí desde el “olvido” de sí. Son hechos estrictamente metafísicos: deriva de “lo que es” y, por lo mismo, deja ser “lo que es”.Permiten lo que en cualquier caso ya es: el obrar del Ser que des-vela la realidad en el hombre y el participar del hombre en esta acción des-veladora intrínseca al alumbrarse de la realidad misma. La madurez espiritual está en la disposición de abandonar todo. El abandono es el primer paso. Pero “el abandono real está en realizar que no hay nada que abandonar, puesto que nada es de uno. Ocurre como en el estado de sueño profundo; usted no abandona su cama cuando se queda dormido: simplemente la olvida” Nisargadatta
La serenidad no es tanto un abandonar la posesión y el control de las cosas -incluida la posesión del propio yo objetivo, el que observa- como un saber que, de hecho, es imposible poseerlas. Es el aroma resultante de la comprensión de la verdadera naturaleza de las cosas y del yo. Como decía Alan Watts, te experimentas a tí mismo "como una abertura a través de la cual el universo se observa a sí mismo".
En palabras de un maestro zen: atravez de
"Miro la flor
Y la flor se ve a si misma
a través de mí.
La flor me mira
Y me veo a mi mismo
A través de ella".
En otras palabras: este desasimiento no tiene carácter de renuncia -en todo caso sólo se renuncia a una ilusión o a una pretensión imposible- sino de re-conocimiento de lo que siempre fue La serenidad es el espejo nítido que refleja la naturaleza de la realidad y el modo en que las cosas son; un espejo que, además, nos pone en contacto con -y nos hace partícipes de- el modo de obrar de la realidad misma: nos sitúa en lo originario de todo originarse y en el foco de creatividad de toda creación. El yo relativo y toda realidad particular no sólo no se niegan -a pesar de que el ego experimente el desasimiento como una negación para toda enseñanza no-dual- sino que tiene valor propedéutico: es una ilusión que permite hacer morir otra ilusión y que, al hacerlo, se destruye también a sí misma deviniendo en la más absoluta afirmación; Heidegger expresa así el carácter de no-perdida de esta renunciación: “La renuncia no nos quita nada, sino que nos otorga el inexhausto poder de lo simple”(Der Feldweg, p. 7.)
“P: (...) no debemos estar a la expectativa de ningún consuelo (...).
I: Entonces, ¿qué debemos esperar? ¿Y dónde debemos esperar? Dentro de poco no voy
a saber ya dónde estoy ni quién soy.
P: Esto ninguno de nosotros lo sabe ya, desde el momento en que dejamos (ablassen) de
hacernos ilusiones sobre nosotros (Heidegger G, p. 35; S, p. 41.)
“Me hallé a mí mismo deseando y conociendo menos, hasta que puede decir completamente atónito: 'No sé nada, no quiero nada” “La antigua e interminable búsqueda se detuvo; yo no quería nada, no esperaba nada, no aceptaba nada como propio. No quedaba un “yo” por el cual luchar. Incluso el desnudo “Yo soy” desapareció. La otra cosa que noté fue que perdí mis certidumbres habituales. Antes yo estaba seguro de tantas cosas, ahora no estoy seguro de nada. Pero siento que no he perdido nada al no saber, porque todo mi conocimiento era falso. Mi no saber era en sí mismo conocimiento del hecho de que todo conocimiento es ignorancia, de que “no sé” es la única afirmación verdadera que puede hacer la mente” Nisargadatta
En la terminología de Heidegger, este no saber es descrito como apertura al misterio, “No saber” es dejar de dar por supuesto que algo sea lo que es. Y, más aún, es dejar de dar por supuesto que algo sencillamente sea -como expresó Wittgenstein en su Tractatus:
El movimiento de la Gelassenheit es la inversión del movimiento intencional de la conciencia objetiva que sustenta al sujeto; es un no buscar fuera, un no aferrar, un no representar, un no encaminarse a un deber ser diverso de lo que es, etc. En la ruptura de esta tensión dualista excéntrica, que quiebra la lógica y la razón de ser del ego, radica la máxima soledad. Pero esto, que parecería abocar al absoluto solipsismo, culmina en todo lo contrario: se alcanza el propio en-Sí que es el Único en-Sí (Muni: el solitario); se establece la máxima comunión desde lo máximamente íntimo y propio de cada cosa -una comunión a otro nivel es falaz-. Ser, sólo ser es importante. Tal modo aparentemente perezoso de pasar el tiempo está altamente considerado en el zen: “sentado en quietud, no actuando, llega la primavera y la hierba crece por sí misma”. La inacción es actividad incesante. El maestro se caracteriza por una actividad eterna e intensa. Su quietud se parece a la quietud aparente del trompo que gira rápidamente (un giroscopio). El ojo no puede seguir su velocidad y por eso el trompo parece quieto. Sin embargo, gira. Así es la inacción aparente del maestro. Esto debe explicarse porque la gente generalmente confunde quietud con inercia.
Significa que por el momento está usted libre de la obsesión del “¿y ahora qué?”. Cuando no tiene prisa y la mente está libre de ansiedad, ésta se aquieta y en el silencio algo puede ser oído que de ordinario es. Ser, sólo ser es importante. (...) “No necesita preocuparse de sus preocupaciones. Sólo ser. No trate de estar quieto; no convierta el “estar quieto” en una tarea a realizar. No se inquiete respecto a “estar quieto”, no sea desgraciado respecto a “ser feliz”. Simplemente sea consciente de que usted es y permanezca consciente; no diga: “sí, yo soy, ¿y ahora qué?” No hay un “¿ahora qué?” en el “Yo soy”. Es un estado intemporal”
(C trungpa)
Ser sereno es saber estar ante la puerta del cielo y del infierno. Un guerrero, un samurai, fue a ver al Maestro Zen Hakuin y le preguntó: "¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos? ¿Por dónde puedo entrar?".
Era un guerrero sencillo. Los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas. Sólo conocen dos cosas: la vida y la muerte. El no había venido a aprender ninguna doctrina; sólo quería saber dónde estaban las puertas, para poder evitar la del infierno y entrar en el cielo. Hakuin le respondió de una manera que sólo un guerrero podía haber entendido.
"¿Quién eres?", le preguntó Hakuin.
"Soy un samurai", le respondió el guerrero. En Japón, ser un samurai es algo que da mucho prestigio. Quiere decir que se es un guerrero perfecto, un hombre que no dudaría un segundo en arriesgar su vida. "Soy un samurai, un jefe de samuráis. Hasta el Emperador mismo me respeta", dijo.
Hakuin se rió y contesto: "¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo".
El orgullo del samurai se sintió herido y olvidó para qué había venido. Saco su espada y ya estaba a punto de matar a Hakuin cuando éste le dijo": Esta es la puerta del infierno. Esta espada, esta ira, este ego, te abren la puerta".
Esto es lo que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espada en su cinto y Hakuin dijo: Aquí se abren las puertas del cielo".
El cielo y el infierno están dentro de ti. Ambas puertas están dentro de ti. Cuando te comportas de forma inconsciente, estás a las puertas del infierno; cuando estás alerta y consciente estas en las puertas del cielo.
La mente es el cielo, la mente es el infierno y la mente tiene la capacidad de convertirse en uno de ellos. Pero la gente sigue pensando que existe en alguna parte, fuera de ellos mismos… El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora. A cada momento las puertas se abren…en un segundo se puede ir del infierno al cielo, del cielo al infierno. (Relato célebre de la filosofía Zen. Autor Anónimo.)
la Gelasssenheit alemana no debe ser confundida con una mera actitud receptiva, como se ha interpretado con frecuencia, ya que la serenidad posibilita un tipo de actitud que es radicalmente opuesta –sin excluirla- a la actitud objetivista paralela a la auto vivencia del ego como un yo igualmente objetivo, que tiene una finalidad funcional asociada a la supervivencia: la atención enfocada, selectiva y objetiva posibilita la autodefensa del propio organismo psicofísico y la actuación estratégica y utilitaria en el entorno. Frente a esta actitud, hay otra que diluye los límites que la mente objetiva se impone a la realidad para manejarla, y permite ya no tanto actuar sobre el entorno, como recibirlo, acogerlo e integrarse con él. Esta actitud difumina igualmente los límites del yo, la diferencia entre lo interno y lo externo y nos retrotrae al presente; exige una atención no concentrada sino global y difusa. Esta disposición es la necesaria, por ejemplo, para apreciar una melodía dicha actitud no hace, sino que deja ser; no fuerza una situación sino que la permite. Pues bien, esta última actitud no es equivalente a un talante sereno aunque se acerca a este, El verdadero talante sereno, efectivamente, implica un movimiento diametralmente opuesto al movimiento de aferrar; pero la serenidad no es el referente dual de la actitud objetivista sin más es esa tercera instancia ya aludida, pertenece al ámbito no-dual, pues es el obrar de la realidad no-dual y el obrar que pone de manifiesto el carácter no-dual de lo real. No se opone a la actitud objetivista ni la excluye –la actitud puramente receptiva, en cambio, sí-. Está más allá de la dualidad entre receptividad y actividad; no es ninguna de ambas ni excluye a ninguna de ambas.
La serenidad, el “desapego” (Abgeschiedenheit) eckhartiano, el decir sí y no a la vez propio de la conciencia testigo (saksi) esa tercera opción, es una actitud que también se ha descrito como cercana a la impasibilidad (ataraxía) estoica, entendida como un vivir en perfecta armonía con el Lógos (homologouménos têi phýsei dsên), Aunque diverge del desapego no-dual, de la serenidad en la medida en que ha propugnado un comportamiento particular del yo objetivo o una particular forma de vida: la renuncia a los logros mundanos, la ausencia de implicación afectiva en las cosas, etc.; viene a ser, pues, una versión negativa, dual, del desapego no-dual que es de naturaleza y raíz trascendente. En La tradición zen, que aúna la entrega a la vida y la distancia interior en una suerte de embriaguez lúcida, se da un claro ejemplo de ella al decir. “Sea apasionadamente desapasionado; eso es todo” asuma la actitud del caminante, la de quien recorre, no caminos, sino el Camino
Observar y Aceptar
Esa bella flor era en ese momento una gran lección, me estaba dando la respuesta. No se trataba de hacer algo, sino de dejar de hacer, rendirse aquí y ahora.en señal de aceptación .Cuando vivimos identificados con un cuerpo y una mente determinados, nos dejamos atrapar por el absorbente influjo de su sensación de identidad separada, automáticamente, intentamos reordenar el mundo que nos rodea en función de nuestros deseos y de nuestros miedos. Hacemos de nuestro ego el centro del mundo y desde ahí, nos enfrentamos al entorno con temor o con apego, según lo percibamos como una peligrosa amenaza para nuestra seguridad o como una atractiva forma para satisfacer nuestros anhelos. Cosa distinta parece ser la actitud que asumió Hakuin, este maestro zen nacido de en una familia de plebeyos en el este de Japón en 1689 .fue muy respetado, mucha gente acudía a él en busca de sus enseñanzas. En cierta ocasión la hija adolescente de su vecino quedó embarazada. Interrogada por sus indignados y rígidos padres acerca de la identidad del padre, acabó señalándoles que era Hakuin, el maestro zen. Furibundos los padres corrieron a ver a Hakuin y le expresaron a gritos la acusación que su hija había confesado que él era el padre. Lo único que respondió Hakuin fue "¿Ah, sí?".
La noticia del escándalo se difundió por toda la ciudad y fuera de ella. El maestro perdió su reputación, pero esto no le preocupó, aunque Ya nadie iba a verlo. Permaneció inconmovible. Cuando nació el niño, los padres se lo llevaron a Hakuin afirmando: "Tú eres el padre de la criatura, así que cuida de él." El maestro cuidó al bebé con cariño. Un año después, la madre, llena de arrepentimientos, confesó a sus padres que el verdadero padre del niño era el joven que trabajaba en la carnicería. Angustiados, corrieron a ver a Hakuin para disculparse y pedirle perdón. "Lo lamentamos. Venimos a llevarnos al niño. Nuestra hija ha confesado que tú no eres el padre". "¿Ah,sí?", se limitó a comentar Hakuin mientras les entregaba el niño.
El maestro responde a la falsedad y a la verdad, a las malas noticias y a las buenas, exactamente de la misma manera: "¿Ah, sí?". Esto es lo que permite que la forma del momento, buena o mala, sea como es, de la misma manera que el girasol lo hacia ante un ardiente sol, de ese modo su actitud no lo convirtió en un participante en el drama humano. Para él solo existía el momento presente, y este era como era. Los sucesos no están personalizados. Él no era la víctima de nadie ya que estaba en comunión completa con lo que ocurría, pues lo que ocurrió no tenía poder sobre él.
Solo el resistirse a lo que ocurre, lo coloca a merced de lo que ocurre, y el mundo determina tu felicidad e infelicidad.El bebé es cuidado con cariño. Lo malo se transforma en bueno por el poder de la no resistencia. Respondiendo siempre a lo que requiere el momento presente, entrega al niño cuando llega el momento de hacerlo.
Este cuento zen al igual a la imagen del girasol nos enseña a tomar la vida como viene. Con ecuanimidad, sin juzgar y aceptando todo tal como es. Si fluimos con la vida y asumimos lo que nos impone cada situación sin resistirnos, sin identificarnos, entonces seremos verdaderamente libres, sin sufrimiento ni infelicidad.
Aceptar humilde y orgullosamente lo que somos y buscar la universalidad en el camino se vincula con la característica, de la verdadera serenidad. No se trata de la simple aceptación pasiva y apocada del hombre de poca aspiración o pobre de espíritu, ni tampoco de una presuntuosa supravaloración del yo del arrogante del hombre de negocios.
Unir los dos adverbios contrarios “humilde y orgullosamente”.busca traslapar la humildad que esta en aceptarse por lo que se es; con el orgullo que da impulso a ese permanente intento por conocerse. “Cuando la Aceptación llega, elimina toda contradicción, y entonces hay sosiego. No el sosiego momentáneo que sientes cuando consigues lo que deseas, y tampoco el letargo del olvido; más bien es la serenidad que hay en el centro del ciclón, en el ojo del huracán
Vivimos en un mundo donde las apariencias y la realidad son diferentes, y donde el dolor es lo que nos permite pasar «de aquí a allí», según el decir platónico. La tradición prefiere el término ascesis al de dolor, pero la sustancia, parece no variar. La ascesis, sobre todo en el sentido que la palabra adquirió con el cristianismo, es el sufrimiento ocasionado por la renuncia, esa falta de aceptación al dolor que se debe soportar, resignación que logra alcanzar la virtud. En el hablar trivial de la conversación cotidiana, quien ha «sufrido mucho» parece merecer un respeto mucho mayor que quien ha gozado mucho. El que ha conseguido la resignación cree responder al lema de la sabiduría trágica clásica, páthei mathós -aprende sufriendo-, revela que toda esta valoración positiva del dolor no es sólo un asunto cristiano, sino profundamente griego, aunque al final terminemos tropezándonos con la doctrina del pecado original, y por tanto, una vez más con la idea de una culpa que podemos y debemos corregir que nos ha hecho merecedores de dicho sufrimiento .Son abstracciones que influyen y condicionan muchos de los aspectos prácticos, incluidos los médicos, el tratamiento del dolor, las relaciones tanto individuales como en las instituciones.
el dolor no tiene ninguna dignidad, no merece ningún respeto en cuanto tal, es sólo algo que sucede, y en cuanto es siempre además un suceder que no deseamos (a diferencia del suceder que esperamos y deseamos, el placer, el logro, etcétera), es puro accidente, en el más amplio sentido del término, es el evento (schlechthin), puro y simple. Devenir Frente al que no podemos hacer nada razonable aparte de tratar de eliminarlo. El único dolor digno de respeto es el dolor del otro, lo mismo que la muerte del otro. Dolor que se nos impone como una potencia que debemos aceptar sin pretender entender, es paradójico pues, en el dolor se reconoce al amigo, el dolor nos «perfecciona», ya que se aprende sufriendo, y quien sufre o ha sufrido merece respeto, además y sobre todo por eso La lucha contra el dolor o, lo que es lo mismo, la búsqueda de la felicidad tiene un solo límite, el de la solidaridad con los demás y la aceptación de la propia finitud que manda no ceder a la hybris, a la arrogancia de quien se erige a sí mismo en absoluto.
La aceptación nos llama a dirigirnos en palabras de Nishitani a la dimensión en la cual las cosas se manifiestan tal como son, armonizar con la mismidad (en el Filosofo japonés dicho concepto es el punto de vista ontológico-epistemológico en que las cosas son para sí mismas.ejemplo para nosotros (o para otros) el agua moja. Pero “en sí misma” el agua no (se) moja (a sí misma). Y el ojo puede ver a otro u otra cosa, pero no se ve a sí mismo), es un aprender –narau- en japonés, contiene el sentido de imitar algo, esfuerzo o impulso a situarse esencialmente en el mismo modo de ser que la cosa, de la que.quiere aprender, Es lo que Nishitani, siguiendo al gran maestro Zen de la antigüedad, Dogen (1200-1253), denomina el estado del “cuerpo-mente caído”. Supone la liberación del apego cuerpo-mente. Es el rostro original de la mente flexible.
Y comenta Nishitani: “La ‘Existenz’ referida como ‘dejar caer cuerpo-mente, cuerpo-mente caído’ implica la apertura infinita del campo donde todas las cosas son en sí individualmente. O, dicho de otra manera, la totalidad de las cosas individuales están reunidas para formar un único y mismo mundo. Es el lugar que hace a todas las cosas “ser en el mundo” Llegamos así, pues, a un mundo que es tal, no por ser una acumulación de entes individuales, sino por estar más allá (o más acá) de ellos, porque son interrelación en una totalidad, comprensible sólo en y desde una intuición iluminadora (‘shōken’), expresión que aparece en el Sutra del Corazón.
Lo cual supone aceptar el modo de ser elemental de las cosas, En su propio fundamento originario el que nos habla que la cosa es en si misma como es, apareciendo sin anverso ni reverso. Nishitani afirma la posibilidad de usar el termino usado por los antiguos “el centro” ya que es un termino que parece subrayar el rasgo distintivo del modo de ser de las cosas mismas, “todas las cosas tienen sustento en si mismas” afirma Cheng Hao fundador del neoconfusionismo Sung y dicho sustento esta en el campo de sunyata, campo de la gran afirmación, ya que en el no se sostiene simplemente que las cosas y el yo son vacíos, ya que si así fuera no seria sino una pura nihilidad. No se trata pues de que el yo sea vacío, sino de que la vacuidad es el yo; no se trata de que las cosas sean vacío sino de que la vacuidad es la cosas.” Un pájaro vuela y es como un pájaro; un pez nada y es como un pez”.la mismidad del pájaro volador es su vuelo consiste en ser como un pájaro; el aspecto del pájaro volador y el pez nadador no es otra cosa que su verdadera mismidad.
Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus paisanos le consideraban afortunado porque tenia un caballo que utilizaba para labrar y transportar la cosecha. Pero un día el caballo se escapó. La noticia corrió pronto por el pueblo, de manera que al llegar la noche, los vecinos fueron a consolarlo por aquella grave pérdida: "¡Qué mala suerte has tenido!". La respuesta del granjero fue un sencillo "puede ser".
Pocos días después el caballo regresó trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas.
Enterados los aldeanos acudieron de nuevo, esta vez a darle la enhorabuena y comentarle su buena suerte, a lo que él volvió a contestar: "puede ser".
Al día siguiente, el hijo del granjero trató de domar a una de las yeguas, pero está lo arrojó al suelo y el joven se rompió una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte; pero el padre respondió otra vez: "puede ser".Dicho puede ser apunta a la relación en la que todas las cosas son señoras y siervas unas de otras, todas las cosas son en el mundo tal como son y así piden ser aceptadas.
“Olvide sus experiencias pasadas y sus logros, quédese desnudo, expuesto a los vientos y a las lluvias de la vida y tendrá una oportunidad” Nisargadatta
Conocer el origen es ser el origen. Cuando se entiende al igual que el granjero que no se es la persona sino el testigo puro y calmo del acontecer y que dicha Conciencia sin temor es su verdadero ser, usted es el Ser.Ser desplegado en profunda aceptación“simplemente sea y vea. Pues hablamos de un “sólo ser”, que es un ser a la escucha, atento, lúcido, despierto: un Ser/Conciencia, Ser de aceptación.
Eso que somos no es algo que haya que lograr o adquirir, sino lo que queda cuando se elimina la ficción superpuesta de individuo particular y único. Por eso, el primer paso de esta reducción progresiva a lo esencial -a lo somos, a lo que es- a ese ser de aceptación es la toma de conciencia, la actitud alerta que asume ante lo que el ego considera su supuesta autonomía y capacidad de autodeterminación que es, en gran medida, condicionamiento, hipnosis y mecanicismo, ya que la auto-vivencia limitada del yo, es de naturaleza estrictamente mental; y también lo es la imagen de la realidad exterior que dicha auto-vivencia mental determina. El yo se mueve usualmente en el recuadro cerrado de sus creencias sobre sí y sobre “la realidad” el yo esta siempre en el empeño de un llegar-a-ser-algo. Su turbina es la dualidad mental determinada por la distancia entre lo que cree ser y lo que, supuestamente, debería llegar a ser. Incluso en un ego relativamente satisfecho de sí, simplemente el sostenimiento en el tiempo, de lo que cree ser ya lo encadena al “llegar-a-ser”y el terror por perder lo que cree ser. La actividad -externa o interna- es la forma de volcarse en un vértigo enajenante que, encadenando mentalmente el pasado con el futuro que le protege de la amenaza de lo real: del aquí y del ahora. Pues, como ya señalamos, el ego y el ahora se excluyen.El ego ha definido ya lo que le hará feliz o infeliz, lo que le hará sentirse pleno o insatisfecho, lo que le hará sentirse ser o no ser. Olvidando su condición de ser como aceptación.
Cuando el yo se vivencia, no desde su realidad, sino desde la idea que tiene de sí, su acción pasa a ser valorativa, se sustenta en juicios duales: considera negativo todo lo que traspase o cuestione esa idea y positivo todo lo que la confirme y afiance. El yo objetiva su plenitud. La objetiva en estados, personas, objetos y situaciones específicas. Salvo en escasos momentos de auto-olvido desconocerá lo que es su naturaleza esencial: la plenitud inmotivada y sin porqué La serenidad no es, pues, propiamente, el efecto de una renuncia, sino de una aceptación de la Plenitud supraobjetiva que ya somos y en la que Todo ya es.
Habitar en la impredecibilidad del ahora. Es dejar de “calcular”, de remitir constantemente lo que es al pasado y al futuro No para excusar con ello toda evasión de la responsabilidad, sino para saber que toda planificación responsable, toda referencia a un antes y a un después y todo cálculo son, siempre, en el seno sin fondo, sin referencias y sin límites del ahora un sin fundamento: lo único que es. En ese equilibrio contemplativo hay una “serena, amorosa y compasiva indiferencia”, una “indiferencia envuelta en paz, en compasión y en alegría”, porque es una indiferencia que en realidad es desapego. : En palabras de Consuelo martin “Sin esa indiferencia, que nadie me hable de amor, porque son sólo emociones. O amo a todos, o no amo a nadie. Desde ese punto de equilibrio no amo a “nadie” como objeto, como apariencia, y amo a “todo”, porque amo la esencia de todo, y ni una brizna de hierba ni un pelo del cabello queda fuera de ese amor”. Uno no puede hacer nada desde la persona. Sólo contemplar, abrir las ventanas y ponerse ahí, en silencio, sabiendo que la Luz que somos, el Equilibrio que somos y que fuimos siempre, está simplemente esperando manifestarse. Vivimos para contemplar los Valores: Belleza, Verdad, Amor… para que esos valores se manifiesten. Cuando arroba el deseo, debo rastrear por qué está ahí, en la superficie de la conciencia y como se expresa, debo estar atento a el.
En la no acción esta la aceptación.
“El sabio que se ha puesto encima de sí mismo, reposa cuando corre, actúa cuando contempla” (Angelo Silesio, Peregrino Querubínico, V. 364.)
“Aquel que encuentra la inacción en la acción y la acción en la inacción es un sabio entre los hombres”. (BG IV, 18.).
La invitación a “sólo ser” (a no hacer nada) no es una invitación a la inacción. La acción es inevitable, es intrínseca al mundo manifestado: “El hombre no puede estar inactivo ni por un momento.De lo que se trata en el sentido de una invitación a “sólo ser” es de sustituir la acción condicionada, excéntrica y dual, que tiene su impuso y finalidad fuera de sí misma, acción del yo limitado y separado, que nace del deseo o del temor, de la conciencia de incompletud, atada al tiempo, en la que hay distinción entre el actor, la acción y lo actuado, por otro tipo de acción, que trasciende tanto la actividad como su opuesto: el reposo, y que, por su diferencia esencial con respecto a lo que se entiende ordinariamente por “acción”, merece en Oriente el calificativo de “no-acción”.
La no-acción” es posible: cuando se ha identificado en si a “el Ser sin nombre donde no hay deseos. Y cuya ausencia trae la paz “; Así el trabajo es comprendido como: Una acción no excéntrica. Es “sin porqué”: afirma Nisargadatta (en I.A.T., p. 90; Y.s.e., p. 174.). Una cosa que vale la pena contiene su propio propósito y significado. No convierta nada en un medio para lograr otra cosa. No limite.O, en palabras de Eckhart (en Tratados y Sermones, p. 307) “El justo no intenta [conseguir] nada con sus obras; pues, quienes intentan [conseguir] algo con sus obras o también aquellos que obran a causa de un porqué, son siervos y mercenarios…., si quieres vivir y aspiras a que vivan tus obras, debes estar muerto y aniquilado para todas las cosas”.
El trabajo debe ser una acción no-dual, porque no es acción de un “yo” (no hay distinción entre la acción, el yo que actúa y lo actuado). Es una acción que no lleva el sello de la personalidad. Mas el hombre, engañado por la ilusión del ‘yo’ piensa en el trabajo y se dice: ‘yo soy el hacedor’. A sabiendas que, sin pretender ser el hacedor de la naturaleza, la naturaleza es trabajo. El trabajo suele ser percibido como una actividad basada en el ansia de poder y gozar, en el deseo y el miedo al dolor y a la aniquilación. El trabajo es para el zen: “acción desinteresada”realización de la vocación propia, de la acción que compete a cada cual en función de sus circunstancias y de su naturaleza individual, sin móviles individuales y sin apego a los resultados. “Realiza tus acciones con pureza, libre de la esclavitud del deseo” “El que está satisfecho con lo que la vida le depara, pues está más allá de los opuestos de este mundo, libre de envidia y ecuánime tanto en el éxito como en el fracaso, aunque actúe no se esclaviza a sus actos” (BG IV, 20. IV, 22) El yo que ha muerto a sí mismo en tanto que personalidad separada, el que ha soltado su voluntad
Individual y limitada y ha cifrado su identidad en su Sí Mismo, en la raíz de su Ser (
Absoluta completud, carente, por ello, de todo movimiento y anhelo) y no en sus vehículos limitados (su cuerpo y su psique-sus cinco agregados), atestigua el movimiento y la actividad de sus vehículos de expresión (en este sentido, interviene en la acción), pero no es arrastrado por dicho movimiento ni limitado por sus obras (en este sentido no actúa).
“Uno debe aprender a estar [interiormente] libre en plena actividad” (Eckhart Tratados y Sermones, p. 136.).
“Igual que un cristal no es manchado por lo que se refleja en él, así un conocedor de la verdad no es realmente afectado por el resultado de sus actos”. (Yoga VAFISTHA SARA, III, 8.).
Un trabajo entendido como no-acción libera, la acción por sí sola no libera; pero la “no-acción”, la acción que ya no es medio sino fin en sí y adquiere por ello la cualidad del conocimiento, conduce ineludiblemente a la liberación; de hecho, esta es la única acción posible para el liberado, trabajo del que se ha soltado, Es importante evitar el común malentendido, que esta acción desinteresada o Pura está lejos de ser una acción ciega, que lo decisivo no sean las intenciones individuales no significa despreciar las condiciones objetivas de la acción con miras a facilitar su relativa eficacia. De hecho, la objetividad y ecuanimidad, la libertad interior del que abandona toda subordinación a resultados particulares, garantiza la capacidad de atención total a las condiciones requeridas por una determinada situación; y por ello, la respuesta activa adecuada brotará sin distorsión ni obstáculo y será máximamente eficaz. La identificación de trabajo como no “no-acción”, como “wu wei” en el Tao alude, al igual que en el contexto índico, a que el origen de esta acción y su término es -en virtud de que nace del desinterés personal y del desapego- la quietud del Ser. El sabio mueve sin ser movido, sin perder su imperturbabilidad, sin quedar atado a sus acciones. Permanece en el centro inmutable donde nace todo el movimiento; como la mano inmóvil que sostiene el péndulo sin participar de su movimiento. Y porque nada busca obtener, se hace uno con el corazón de las cosas y nada se le resiste. “La ira del que no se ha airado, es ira que brota sin ira. La obra del que obra sin obrar es una obra que nace del no obrar”. (Chuang-Tzu, c. 13, 17.)En palabras del Maestro Eckhart: “El hombre exterior puede actuar y, sin embargo, el hombre interior se mantiene completamente libre de ello e inmóvil (Tratados y Sermones, pp. 247 y 248.)Este es el sentido de la no-acción en el contexto de la aceptación
Edson
Al ver a las nenas en el mail me acordé de una historia de Henri J.M. Nouwen, de la que me he servido, con el fin de buscar sentido a lo que no lo tiene.
En un día ibaguereño caluroso y húmedo, María José y María Paula pretenden una vez mas sostener una conversación, en su estrecho recinto a pesar de la presión diafragmática sobre las confinadas paredes del seno materno y del disímil ruido de las arcadas de su madre
María Paula le dice a María José: Sé que esto va a resultarte difícil de aceptar, pero yo creo de verdad en que hay vida después del nacimiento.
María José responde: verdad lo crees? Mira a tu alrededor. Esto es lo único que hay. Aquí y ahora ¿Por qué desde hace meses asumes que hay algo más aparte de esta realidad? Acepta, lo que percibes es lo que hay. Olvídate de todas esas fantasías incluso la de un después del nacimiento.
María Paula calla durante un rato, pero su voz interior no le permite permanecer en silencio durante más tiempo. María José, no te enfades, pero tengo algo más que decirte. También creo que hay una madre. ¡Una madre! , exclama con una sonrisa. ¿Cómo puedes ser tan fantasiosa? Nunca has visto una madre. ¿Por qué te es tan difícil aceptar que esto es lo único que hay?, la idea de una madre es ilógica. Aquí no hay nadie más que tú y yo. Esta es tu realidad.
Ahora debes asirte al cordón. Ve a un rincón y siéntelo, abandona el parloteo mental. Créeme, no hay ninguna madre por fuera de ti. ¡Todos tus problemas son problemas de una mente que ya presiente bajo esa conciencia mundana de un yo, la necesidad de la comida, el vestido, la familia, los amigos, el nombre, la fama, la seguridad, la supervivencia, fenómenos que pierden su significado en el momento en que te des cuenta de que no puedes ser un mero cuerpo confundido por su mente!, pero quizás eso te lleve mucho tiempo. Después de todo, la sensación de “yo soy” está desde hace días con nosotras, sólo que le has adjuntado todo tipo de cosas: cuerpo, sensaciones, pensamientos, ideas, posesiones, etc. Todas esas autoidentificaciones, creo que la extraviarán. María pau, se va a tomar por la que no es
María Paula se aleja, renuncia a la conversación, pero la inquietud interior puede con ella al cabo de poco tiempo. María Paula insiste: María José, por favor, escucha, no rechaces mi idea. De alguna forma, pienso que estas constantes presiones que sentimos las dos, esos movimientos que a veces nos hacen sentir tan incómodas, esa continua recolocación y ese estrechamiento del entorno que parece producirse a medida que crecemos, nos preparan para un lugar de luz deslumbrante, y lo experimentaremos muy pronto.
Ahora sé que eres un espíritu joven, piensa María José; Lo único que has conocido es la oscuridad. Olvidaste la verdadera luz ¿Cómo puedes llegar a tener semejante idea? Estos movimientos y presiones que sientes son la realidad. Pero bien sé que la primera elección perceptiva o experiencia conciente que has hecho es el reconocimiento de mi presencia, enfrentando en ella la conciencia misma de tu individualidad, pero también, en ella, la de tu soledad, te has hecho un ser individual e independiente; no olvides aún que toda vivencia de vida es fugaz y está atrapada en la momentaneidad de la relación tiempo y espacio que la contiene, pero parece que el tiempo de la espera y el espacio en este vientre te han confundido, has perdido la conciencia de la interdependencia y has ganado la percepción de la individualidad, comienzas a creer en la causalidad y olvidas que todo es incausado, que todo, por pequeño que sea, es sin causa, que surge y desaparece sin ninguna razón. El universo entero contribuye a la existencia aún de la cosa más pequeña o no recuerdas ya cuando nos dividimos. Trata de tener presente que la causalidad significa sucesión en el tiempo de acontecimientos en el espacio, ya sea ese espacio físico o mental. Tiempo, espacio, y causalidad son categorías mentales, que surgen y se sumergen con la mente.
María pau te olvidas de ti misma y comienzas a construir un ego. Intenta comprender tu viaje. Oscuridad, presiones y una sensación de estrechamiento a tu alrededor constituyen la totalidad de la vida. Tendrás que luchar contra eso mientras vivas; dolor y sufrimiento. Ahora, aférrate a tu cordón y, por favor, estate quieta. En él está la esencia, es la raíz, el fundamento, la posibilidad atemporal y aespacial de toda experiencia, intenta volverlo a vivir por un instante, no entres aún en el olvido del Ser.
María Paula se relaja durante un rato, pero al fin no puede contenerse por más tiempo.
Majo, tengo una cosa más por decir, y luego no volveré a molestarte. Adelante, responde, con una sonrisa serena.
Creo que todas estas presiones y toda esta incomodidad no sólo van a llevarnos a una nueva luz celestial, sino que cuando eso suceda vamos a encontrarnos con la madre cara a cara, y a conocer un éxtasis que superará todo lo que hemos experimentado hasta ahora, seguramente allí también espera un padre y un hermano. Nos esperan, lo presiento…Estás aproximándote a una ilusión que creerás real, debes vivir el ahora, se dijo María José. Yo aún me sé desapegada y veo este espectáculo que pasa, como un espectáculo que pasa, mientras que tú hace semanas estas apegada a las cosas y te mueves con ellas.
Esa nueva luz predicha por María Paula duró pocos días… yo sabía, que tenía un reto mayor, era el de superar en poco tiempo el miedo a la muerte. Sabía que “la causa de la muerte no es la enfermedad sino el nacimiento” y que la vida y la muerte son simplemente estados del tiempo, la comprensión profunda de este hecho, ayudaría a liberar a otros seres, mis padres, mi hermano, etc. En la muerte solo muere el cuerpo. La vida no muere, la consciencia no muere, la realidad no muere. Y la vida nunca está tan viva como después de la muerte. Lo que nació debe morir. Solo lo innacido es sin muerte. Es imperativo reflejar en ese corto tiempo la necesidad pronta de reencuentro con lo que nunca duerme ni nunca se despierta, y cuyo pálido reflejo es nuestra sensación de un “yo”.
Tenía claro que cuando sentimos que “sólo se vive una vez”, pues nos creemos individuos escindidos de esa totalidad, sentimos la tentación de entregarnos a todos los placeres y sensaciones en el tiempo limitado que nos queda. Se dice “Come, bebe y sé feliz, pues mañana morirás”. La cruda adicción al trabajo durante el día da paso a un hedonismo desenfrenado después. No resulta sorprendente, ver que en casi todos los que habitan este plano, la búsqueda del placer se ha convertido en una cualidad frenética y el impulso de adquirir riqueza material se ha convertido prácticamente en una obsesión.
Lo que comienza y acaba es mera apariencia, lo han olvidado; El mundo se puede decir que aparece, pero no que es. La apariencia puede durar mucho en alguna escala de tiempo, y ser muy breve en otra, pero finalmente equivale a lo mismo. Todo lo que está sujeto al tiempo es momentáneo y no tiene ninguna realidad. Esto es claro para mí, un espíritu viejo, sus mentes son inquietas, codiciosas de lo agradable y temerosas de lo desagradable, han olvidado este momento.
María Paula me oye susurrar y pregunta: ¿Qué hay de malo en su búsqueda de lo agradable y en su huida de lo desagradable? El río de la vida corre entre las orillas del dolor y del placer. Es sólo cuando la mente se niega a correr con la vida y se aferra a las orillas, cuando deviene en problema. Por correr con la vida quiero decir aceptación, dejar que venga lo que viene y que se vaya lo que se va. Sin desear, sin temer, observando lo que acontece, pues no eres lo que acontece, eres a quien acontece. Eres la potencialidad última de la consciencia omniabarcante, eres la manifestación y su expresión.
Desde el punto de partida de una sociedad firmemente basada en el materialismo, que es a la que llegarás, la muerte es la negación final de todas las posesiones materiales, así que se le teme excesivamente, al igual que temen la pérdida de sus posesiones materiales. El pasado y el futuro están solo en la mente, yo soy ahora: El mundo es también ahora. Mi mundo es real, verdadero, como es percibido, mientras que el de los que nos esperan aparece y desaparece, según el estado de su mente. Su mundo es algo extraño, y tienen miedo de él. Mi mundo es mí misma. Yo soy en casa. Vivo en un mundo de realidades, mientras que afuera es de imaginaciones, tienen un mundo personal, privado, incompartible, íntimamente suyo. Nadie puede entrar en él, en su mundo se está verdaderamente solo, encerrado en su sueño siempre cambiante, que toman por la vida. Este es un mundo abierto, común a todos, accesible a todos. En nuestro mundo hay comunidad, penetración inteligible, amor, cualidad real; lo individual es lo total, la totalidad en lo individual. Todos somos uno y el Uno somos todos.
Ojalá lo puedan comprender, pues estaré corto tiempo con ellos, eso puede decirles mucho mas si lo logran comprender para que vivan su vida como viene, pero siempre alerta, siempre vigilantes, dejando que todo acontezca como acontece, haciendo las cosas naturales de modo natural, sufriendo, regocijándose, como la vida lo traiga.
La verdadera felicidad no puede ser encontrada en las cosas que cambian y se desvanecen. El placer y el dolor alternan inexorablemente. La felicidad viene del sí mismo y sólo puede encontrarse en el sí mismo. Recuerden todo lo que no son. Ni el cuerpo, ni los sentimientos, ni los pensamientos, ni las ideas, ni el tiempo, ni el espacio, ni el ser ni el no ser, ni esto ni eso, nada concreto ni abstracto que se pueda señalar son. Una mera afirmación verbal no bastará como tampoco la mera comprensión intelectual, pueden repetir una fórmula interminablemente de manera intelectiva, sin ningún resultado. Lo que deben es mirarse continuamente, meditar que es un observar particularmente su mente momento a momento, sin omitir nada, soltando todo. Este estar atento es esencial para la separación entre el sí mismo y el no sí mismo de forma existencial.
Encuentren su sí mismo real, a partir de una observación existencial, que transforme un modo de ser y todo lo demás vendrá con él, al igual que una flor de cerezo no es visible en invierno, esta ahí, aletargada, esperando a florecer cuando se den las condiciones necesarias; la flor de cerezo florece porque florece, sin preguntas, en primavera estará plena de sí y para la siguiente estación ya no estará. Lo mismo ocurre con nuestras vidas. Según esto se que la vida es eterna. Jugar con las palabras no les llevará lejos. Vayan adentro y descubran lo que verdaderamente son. Nada más importa.
TAIUN
Precepto 4
El hombre dijo: « ¿De qué estas hablando? He oído que esta gente zen está loca y parece ser verdad. Pensaba que solo eran rumores. ¡Qué tonterías estás diciendo! ¿Por qué debería pedirle perdón a la puerta? Parece tan embarazoso... ¡los zapatos son míos!».
Entonces Rinzai le dijo: « ¡Sal de aquí! ¡No vuelvas aquí nunca más! Si puedes enfadarte con tus zapatos, ¿por qué no puedes pedirles perdón? Cuando te enfadaste, nunca pensaste que fuese estúpido enojarse con los zapatos. Si puedes relacionarte con la ira, ¿por qué no con el amor? Las relaciones son relaciones. La ira es una relación. Cuando golpeaste la puerta con tanta ira, te estabas relacionando con la puerta; te comportaste mal, inmoralmente. La puerta no te ha hecho nada malo. Primero ve, de lo contrario no entres aquí».
Impactado por el silencio de Rinzai, con la gente sentada allí, y esa presencia..., como un flash, el hombre lo entendió. Comprendió la lógica que encerraba, estaba muy claro. «Si puedes ser irascible, ¿por qué no puedes ser amoroso? Vete». Y se marchó. Tal vez esta fue la primera vez en su vida. Tocó la puerta y las lágrimas brotaron de sus ojos. No podía aguantar las lágrimas. Y cuando se inclinó hacia sus zapatos, sucedió en él un gran cambio. Cuando regresó y se dirigió hacia Rinzai, este le estrechó en sus brazos, abrazándolo.
Esto es reconciliación. ¿Cómo puedes rezar si no te has reconciliado? ¿Cómo puedes acercarte a un Maestro si no estás reconciliado con la existencia?
Los preceptos (pañcasila pancasila. Del sánscrito páñcha, cinco + sila, roca, peñón) en la literatura canónica son los principios éticos fundamentales o la moral general, en los países de filiación theravada se los denomina la moral quintuple y se leen de textos canónicos como la colección de los Diálogos (samyutta-nikaya), los Diálogos largos (Digha-nikaya) o los Diálogos numerados (anguttara-nikaya), en el Mahayana en general esta versión adopto otras formas entre las cuales la mas famosa es la versión del Sutra pseudoepigrafo que se conoce como la red del Brahman ( Brahmajala-sutra) parte integrante de los votos del bodhisattva. A diferencia de otras religiones, en el budismo los preceptos existen no como imposición normas o reglas a cumplir sino como guías de práctica. El precepto armoniza nuestras acciones poniéndolas en acuerdo con nuestros verdaderos intereses, con el bienestar de los otros y con las leyes del universo. El término equivalente para precepto es sikkhapada, que significa literalmente “principio de práctica”, es decir, un factor de práctica en la disciplina ética. Usualmente los buenos hábitos, la moral y la ética se designan en pali como sîla disciplina ética, esta tiene tres niveles de significado: virtud interior, es decir, dotación de cualidades tales como benevolencia, satisfacción, simplicidad, veracidad, paciencia, etc.; acciones virtuosas del cuerpo y del habla que expresan externamente dichas virtudes internas y reglas de conducta que gobiernan las acciones del cuerpo y del habla designadas para ser armonizadas con los ideales éticos. En ella se encuentran imbricados entre si y no siempre es fácil distinguirlos los códigos acéticos y monásticos que han recibido el peso de la interpretación cultural por la cual ha caminado la enseñanza del buda. Su importancia es fundamental pero a la vez deben estar sometidos a la indagación personal. Los preceptos no son mandatos impuestos desde fuera, sino principios de práctica que cada ser humano toma sobre sí mismo a través de su propia iniciativa y se esfuerza en seguirlos con conciencia y comprensión. La tradición tántrica concebirá los preceptos como la fusión del discernimiento (prajna) de la verdad y la maestría en el uso de los medios (upaya) como un coito espiritual. Por tanto, a nivel global existe siempre un debate continuo en referencia a cuestiones de actualidad y en donde no hay una postura universal. En este devenir de auto-transformación y autoanalisis al cual siempre se halla enfrentado el practicante su postura es la de colocarse bajo el algoritmo ético que insta al si mismo como criterio original para determinar cómo actuar en relación con los demás. En pali el principio se expresa mediante la frase attanam upamam katva: “Considérate a ti mismo como semejante a los demás y a los demás como semejantes a ti mismo”. El método de aplicación consiste en un sencillo intercambio imaginativo de uno mismo y los demás. Con el propósito de decidir si seguir o no una línea de acción particular, nos tomamos a nosotros mismos como modelo y consideramos qué podría ser placentero y doloroso para nosotros mismos. Después reflexionamos que los demás son básicamente semejantes a nosotros, y así, lo que es placentero y doloroso para nosotros es también placentero y doloroso para ellos. Así como no querríamos que los demás nos causasen daño, igualmente no deberíamos causar daño a otros. Los preceptos extraen su eficacia de otro principio psicológico: la ley del desarrollo mediante la repetición. A pesar de que al comienzo una práctica suscite cierta resistencia interna, si es repetida una y otra vez con comprensión y determinación, las cualidades que pone en juego pasan imperceptiblemente a la constitución de la mente.
En lo referente al tercer precepto mayor tal y como lo enuncia Dogen zenji en el Kioyukaimon (Enseñanza y trasmisión de los preceptos en la traducción al ingles del Maestro Shohaku Okumura y del Shuso Densho Quintero al español) se lee así: “No ser indulgente con la avidez sexual: cuando las tres ruedas (cuerpo, palabra y pensamiento) son puras no aparece ningún objeto de deseo .todos los budas caminan siempre sobre la misma vía”.
La percepción de la sexualidad en la tradición budista varía según las escuelas, los países, las culturas y las épocas. Las relaciones de pareja cambian en función de la sociedad, de la época, de los acontecimientos... Hace dos mil años en la India no era lo mismo que ahora en Colombia; y seguramente, ahora en Colombia, no es igual que en los países Árabes. Y en los países Árabes no es igual que en París, etc, etc. Los budistas occidentales de este siglo XXI abordamos la sexualidad de una forma muy diferente a como pudieron hacerlo los que vivieron en India en el siglo V antes de Cristo. Aún hoy día, las culturas budistas de Asia tienen una percepción diferente a la de los budistas europeos o norteamericanos.
En general, en el budismo se considera que la sexualidad es una manifestación importantísima a nivel humano de la energía vital universal. Es la fuerza capaz de unir a dos seres y de crear nueva vida. La sexualidad puede ser fuente de vida, de gozo, de comunicación, de éxtasis o todo lo contrario: puede provocar dolor, soledad, depresión, frustración, dependiendo de la actitud interior del individuo relacionada con esa pureza de las tres ruedas que es capaz de desdibujar toda avidez. Para el budismo, la sexualidad en sí no es buena ni mala, es un instinto natural que forma parte de la naturaleza humana. La pareja es considerada fundamental, no obstante, el hecho de que la sexualidad sea fuente de gozo y felicidad o de dolor y pesadumbre depende finalmente del estado interior de los individuos que la compongan.
En el texto el Sutra de la red de Brahma traducido por la universidad budistta del reino budistta en la versión de la sociedad de traducción para textos budistas de 1982 y con los comentarios hermenéuticos del Rev. Shohaku Okumura se nos dice:
El tercer precepto mayor prohíbe ser indulgente con la avidez sexual; El discípulo( ya sea bhikkhu o bhikkuni) no debe de manera deliberada dedicarse a la actividad sexual indiscriminada con otro miembro del sexo opuesto, ni incitar a otros a hacerlo, tampoco verse envuelto en las causas, las condiciones, los métodos o el karma de una conducta sexual voraz. Esta prohibición se extiende a la actividad sexual con animales, dioses o diosas, fantasmas o espíritus o otras formas de comportamiento lascivo y cualquier tipo de perversión sexual. Un bodhisattva debe promover el desarrollo de una mente de obediencia filial, por lo tanto un bodhisattva debe rescatar a todos los seres e instruirlos en el dharma de la pureza. Si por el contrario un bodhisattva (laico) se ve envuelto en una conducta social promiscua con cualquier persona, animales, miembros de la propia familia, o alguno de los seis tipos de parientes cercanos, la conducta de esta persona está del todo desprovista de compasión y en consecuencia esta persona ofende de modo parajika (ofensa que da pie para expulsar a un bhikkhu de la orden)
La tradición budista se asienta más allá de las posturas extremas del hedonismo y del ascetismo, tanto la búsqueda compulsiva del placer como el rechazo o negación al mismo empujan a un estado extremo y antinatural. El placer forma parte de la experiencia humana, por ello no podemos negarlo como tampoco al dolor y el sufrimiento del cual es inútil huir.
El placer sexual es sólo placer sexual: experiencia frágil y fugaz que no puede satisfacer por ella misma el ansia de felicidad y de bienestar que mueve a los seres humanos. El budismo enseña que todas las sensaciones son transitorias e impermanentes y nos exhorta a buscar un estado de felicidad y de bienestar más allá de las sensaciones, sin negarlas ni rechazarlas.
Al igual que en el Zen esta visión de la no-dualidad es compartida por el vedanta advaita, que en palabras Nisargadatta es expresada así:
“No necesita luchar contra el deseo. En última instancia, éste es un empuje hacia la felicidad, lo cual resulta natural mientras haya aflicción. Solamente vea que no hay felicidad en lo que usted desea.
(...) Todo lo que usted quiere es ser feliz. Todos sus deseos, cualesquiera que sean, son expresión de su ansia de felicidad. Básicamente, usted tiene buena voluntad consigo mismo. (...) Ámese a sí mismo sabiamente. Lo incorrecto es amarse a sí mismo estúpidamente, hasta el punto de hacerse sufrir.
(...) El deseo por sí mismo no es incorrecto. Es la vida misma, la urgencia es crecer en conocimiento y experiencia. Lo que es incorrecto son las elecciones que usted hace. Imaginar que algunas pequeñeces le harán feliz —comida, sexo, poder, fama— es engañarse a uno mismo. Sólo algo tan vasto y profundo como su Ser real puede hacerle verdaderamente feliz de modo duradero”.
Le preguntan: El abandono de los deseos, ¿requiere tiempo?
N: “Si lo deja al tiempo se necesitan millones de años. Abandonar un deseo tras otro es un proceso prolongado en el que nunca se ve el fin. Deje en paz sus deseos y miedos, preste toda su atención al sujeto, a aquel que está más allá de la experiencia del deseo y del miedo. Pregunte: ¿quién desea? Deje que cada deseo lo devuelva a usted mismo”.
La relación sexual en la pareja es sólo uno de los muchos aspectos que entran en juego en la relación. Desde el punto de vista del budismo es un error sexualizar la pareja o la vida, es decir, hacer de la sexualidad el eje central de la relaciones. La sexualidad juega un papel fundamental pero los seres humanos no somos exclusivamente animales sexuales. Los vínculos afectivos, la comunicación, el respeto, los propósitos de vida compartidos, la crianza y la educación de los hijos constituyen también ejes centrales sobre los que se edifica la pareja. La falta de conciencia de lo anterior ha permitido la aparición de las enfermedades de sociedad que siempre han acompañado a la humanidad, tales como: La peste, el cáncer y hoy el sida. Siendo agentes profundamente reveladores de la época: se dice que la peste es el miedo al diablo, el cáncer el miedo a la muerte, el sida, el miedo al amor. A pesar de esto no es de olvidar que todo fenómeno tiene siempre su aspecto negativo y su aspecto positivo. Claro que si se contrae el virus es negativo, difícil; pero al mismo tiempo, dicho virus nos lleva a reflexionar sobre nuestras relaciones, sobre la manera de hacer el amor, sobre la contracepción, la fidelidad, etc. Hace que cuestionemos todos nuestros valores.
Insisto, la perspectiva de la mirada budista no es la de una religión reguladora del comportamiento cotidiano, la de una psicología diagnostica, ni una filosofía moral para sus seguidores, sino más bien una fuente de inspiración y una experiencia (vivida básicamente a través de la meditación) a partir de la cual cada uno es alentado a actuar según su propia conciencia moldeada en una actitud despierta y atenta. Luego el primer paso para superar la lujuria no es suprimir el deseo, sino reintegrarlo, liberarlo, descubrir que el deseo es por una persona, por un otro y no por un objeto. Rowan William escribió que el amor ‘se mueve entre el egoísmo y la abnegación’.Te da un intenso sentido de ti mismo, y al mismo tiempo te hace desaparecer del mapa. Quizás la lujuria se da si prevalece el egoísmo, y el capricho pasajero si la abnegación es tan total que uno pierde toda identidad. La lujuria y el capricho pasajero puede parecer dos cosas muy diferentes y sin embargo son reflejo la una de la otra. En el encaprichamiento uno convierte a la otra persona en lo único, y en la lujuria uno mismo se hace único. En el primer caso uno se hace a sí mismo totalmente falto de poder, y en el segundo uno se arroga poder absoluto. Así pues castidad es vivir en el mundo real, viendo al otro como él o ella es y a mí mismo como soy. Esto es duro porque vivimos en el mundo virtual, donde podemos vivir en mundos de fantasía como si fueran reales. Vivimos en una cultura a la que le resulta difícil distinguir entre fantasía y realidad. Gracias a su tecnología Todo es posible en el mundo cibernético. Por eso la castidad es difícil. Es el dolor de descubrir la realidad. ¿Cómo podemos bajar a tierra, como retirar esa bruma virtual?
Por ello el tercer principio de práctica nos insta a "no seguir una sexualidad errónea", qué significa que la práctica sexual no debe ser causa de dolor ni de sufrimiento para los que la practican ni para terceras o cuartas personas relacionadas con ellos. Si nuestra práctica sexual genera dolor y sufrimiento en nosotros o en otros, nuestro gozo no puede ser completo. A partir de aquí, cada uno debe ejercer según su propia conciencia sabiendo que todas nuestras acciones tienen efectos en los demás y que las acciones de los demás tienen efectos en nosotros. Si la meta del practicante budista es el bien de todos los seres vivos, no puede practicar una sexualidad que sea fuente de dolor y de sufrimiento para sí mismo o para los otros. Relaciónate amorosamente con todos y todo como enseña Rinsai
Ante esto valdría la pena mirar un poco la genealogía de dicha sexualidad en la erótica humana hay muchas peculiaridades del placer y del deseo que nada tienen que ver con el coito, y que no tienen por objeto ni por fin último la reproducción. Mencionamos que la erótica reproductiva (coito) se ha tomado como modelo de “normalidad”, y se ha dado por supuesto que es “lo que le gusta a todo el mundo normal” o “lo que debe gustarle a todo el mundo”, olvidando que el sexo es una forma de comunicación en el hombre a diferencia del animal cuyo único fin es la reproducción. El deseo humano se compone de muchas peculiaridades que, por alejarse precisamente del coito heterosexual, a veces han sido consideradas en muchas ocasiones como patologías, perversiones o “trastornos”.
Lo cierto es que muchas de estas peculiaridades (las llamadas “parafilias”por la psicopatológica o incluso “trastornos”), están presentes en gran parte de la población en pequeñas dosis. Si se parte de un concepto de la erótica centrado en el coito reproductivo, toda la erótica no reproductiva no se entenderá, su sentido o significado escapará a nuestra comprensión. Pero es evidente que en la erótica humana hay muchas peculiaridades del placer y del deseo que nada tienen que ver con el coito. Podemos encontrar ejemplos de varias de estas peculiaridades en muchos deseos y gustos eróticos, siendo a veces ingredientes que enriquecen las sexualidades. Incluso las peculiaridades consideradas socialmente más “extrañas” se “cuelan”, veladas y atemperadas, pero presentes al fin y al cabo, en algunas representaciones eróticas del cine y de la literatura, así como en las fantasías y juegos de muchos amantes. Cuando se habla de conductas masoquistas o sádicas se suele mencionar que es muy importante pactar bien este tipo de prácticas y hacerlas de mutuo acuerdo. Por supuesto, esto es importante, como también pactar y hacer de mutuo acuerdo los coitos. Sobra decir que en toda relación erótica debe respetarse siempre la libertad y el deseo del otro.
Las peculiaridades son materiales con los que se va construyendo el deseo. Sin su presencia (usualmente en pequeñas dosis), muchos deseos se desmoronarían o se empobrecerían. Mientras se respete la libertad personal, y no se dañe a nadie, resumiremos diciendo que muchas de las conductas y fantasías eróticas que han sido y son consideradas “desviadas” no son en sí perjudiciales ni problemáticas, forman parte de la vida erótica de la mayoría de las personas (en mayores o menores dosis), y son conductas o fantasías que producen un enriquecimiento ersonal y/o un enriquecimiento de la relación de los amantes.
Vuelvo a repetir que la Vía no regula la vida íntima de sus seguidores. La filosofía occidental contempla el sexo a través de la óptica del dualismo: O bien se lo considera sagrado (en el matrimonio/pareja), o bien profano (fuera de lazos), sin admitir ningún matiz entre ambos extremos. Siempre cayendo en la dualidad de me gusta, no me gusta, bueno, malo, bonito, feo. Los budistas, en cambio, no establecen ninguna distinción entre sexualidad sagrada o profana. Por lo que al zen se refiere, las únicas distinciones a tener en cuenta en materia de sexualidad son las que deslindan los hábitos sexuales del acuerdo concertado y fundamental que permite la claridad y la aceptación del otro involucrado, La relación sexualidad-pecado tiene su origen en la tradición judeo-cristiana y no puede ser extrapolada universalmente. Habría que saber sin embargo, que el término "pecado" quiere decir etimológicamente con anterioridad al arameo ‘olvido’. Olvido de algo que estaba presente, "olvido" como dejar a un lado. No tener presente algo o alguien en ese momento, Para los griegos hamartia: ‘fallo de la meta, no dar en el blanco’. Aludía al concepto de vivir al margen de lo esencial "error en el tiro" Un pecado era pues un error de cálculo en el tiro. Desde este punto de vista podemos decir que ciertas actitudes con respecto al sexo son "errores de cálculo" y, por lo tanto, pecado en su sentido griego. O incluso olvido de otro. Por ejemplo, una sexualidad que genere apego, adicción, posesividad y en definitiva dolor y sufrimiento es un error de cálculo puesto que lo que se pretende con la relación sexual es alcanzar una experiencia de placer, gozo, satisfacción y bienestar.
“La tradición budista no anatemiza las relaciones homosexuales”. Afirma Dokushô Villalba, (primer maestro zen español reconocido por la Escuela Soto Zen japonesa), “La práctica de la homosexualidad ha sido habitual en muchos monasterios budistas a lo largo de la historia, sobre todo dado que los monjes y las monjas han tenido prohibido durante siglos el matrimonio y las relaciones heterosexuales en casi todas las tradiciones Aunque la homosexualidad en los monasterios no se aireara públicamente. En la antigüedad, los monjes eran obligatoriamente célibes en todas las tradiciones budistas. Las escuelas budistas japonesas fueron las primeras que permitieron el matrimonio de los sacerdotes budistas, a finales del siglo XIX. Actualmente, el 99 % de los monjes o sacerdotes budistas japoneses están casados y compaginan sus deberes religiosos con su vida familiar. Sin embargo, esta situación es criticada por otras tradiciones budistas más tradicionalistas, como la Theravada, que se haya extendida por el sureste asiático y en la que los monjes siguen conservando estrictamente el celibato”.
Respecto a la homosexualidad, ésta fue aceptada por el propio Buda al permitir en vida la ordenación de monjes homosexuales excepto en el caso particular de aquellas personas llamadas entonces pandakas. Los pandakas eran caracterizados como personas poseídas en alto grado por pasiones sexuales (ussanakilesa), por una lujuria irrefenable (avapasantaparilaha), esencialmente dominados por su libido (parilahavegabhibhuta), por el deseo de conseguir prostitutas (vesiya) o parejas muy jóvenes (thulakumarika). Ello hacía muy difícil su pertenencia a la comunidad de monjes. Aunque el significado de pandaka no parece incluir directamente a los travestidos y transexuales, así sucedió en un episodio de la vida de Buda con un monje. Por esta asociación, en la mayoría de comunidades budistas como por ejemplo en la Tailandesa, tradicionalmente se ha vetado el acceso al monacato a transexuales y travestidos, si bien recientemente en el caso tailandés algunos abades ya han dado su consentimiento a la ordenación de éstos como monjes haciendo énfasis en subrayar la descripción de un estado mental y no del aspecto exterior de la persona. En cualquier caso, sexualidad (corporalidad) y espiritualidad no son dos conceptos antagónicos en la tradición budista, sino perfectamente compatibles. Todo depende de la actitud interior del individuo. Y a esto precisamente va dirigida la enseñanza budista: a la actitud interior con la que abordamos nuestras experiencias en la vida.
Las escuelas principales del budismo tibetano son cuatro: Nyingmapa, Kagyupa, Sakya y Gelugpa. A ellas debe sumarse la Bön, ya que actualmente la tradición Bön en su mayor parte realiza una práctica completamente budista y ha sido integrada dentro del paraguas del budismo oficial. El Dalai Lama es el cabeza visible del budismo tibetano En sus palabras en el libro: El arte de vivir en el nuevo milenio se lee: ..."el elemento más significativo para precisarlo es la naturaleza de la actitud o de la intención profunda que nos motiva, ¿es de carácter egoísta o compasivo? ¿hay o no algún tipo de reflexión para considerar la repercusión que tendrán nuestros actos no solo sobre nosotros sino también sobre los demás?....hay que recordar que, a menos que conozcamos con todo detalle la totalidad de las circunstancias internas y externas en lo tocante a las situaciones personales, nuca podremos tener la seguridad suficiente que nos permita juzgar con total certeza el contenido moral de los actos ajenos; habrá situaciones extremas en que el carácter negativo de tales actos sea evidente, pero no suele ser así en la mayoría de las veces, de ahí que sea muchísimo más útil SER CONSCIENTE DE UN SOLO DEFECTO PROPIO QUE SERLO DE UN MILLAR DE DEFECTOS AJENOS...por otro lado, en la tradición budista se nos recuerda que la tendencia al deseo sexual puede convertirse fácilmente en algo obsesivo, puede alcanzarse con gran rapidez ese punto en el que una persona apenas dispone de sitio libre para realizar una actividad constructiva...". En fin, parece claro que el planteamiento trazado ahonda en el renunciamiento a juzgar si es bueno o malo ser homosexual, como tampoco cabría tal actitud para abordar la naturaleza ética de ser heterosexual, transexual, socialista, conservador, carnívoro, vegetariano, madrileño o pekinés,... La conducta éticamente integra parece que pasa simple y llanamente por tratar al prójimo (y a la naturaleza) como a uno mismo, por esforzarse constantemente en lograr el respeto hacia uno mismo y hacia los demás y en asumir que la responsabilidad recae completamente en cada uno de nosotros y que lo que nos ocurre en nuestras vidas es fruto en último extremo de nuestras acciones (ley del karma). Por último y para matizar que si bien el deseo sexual se puede presentar como una fuente potencial de peligrosa obsesividad, no hay que olvidar que tal y como describe el budismo tantrico también "puede ser empleado deliberadamente en el proceso de desarrollo espiritual para conseguir la manifestación de un nivel de conciencia más poderoso y sutil revelando la naturaleza de la realidad con una fuerza tremenda y teniendo una trascendencia dinámica para la senda espiritual".
En el budismo se dice que la energía sexual y la energía espiritual es la misma energía. Alrededor del siglo V de nuestra era surgió en la India una nueva variedad de budismo. Se llamaba Vajrayana, ("el rayo") o budismo tántrico ("vehículo del diamante"). Hoy conocido como budismo tibetano, este caminó la cordillera del Himalaya; asentándose en Tibet, Nepal, Sikhim, Bután, el sur de China y Mongolia; La filosofía mahayana es la razón fundamental del Vajrayana, aunque éste utilizaba una nueva técnica para alcanzar la salvación: el tantra. De hecho, todos los fenómenos del universo son la misma y única energía de la vida. Los tantras utilizaban hechizos mágicos (mantras), diagramas ocultos (mándalas) y gestos manuales simbólicos (mudras). La meta consistía en alcanzar una unión mística con la realidad más allá de la realidad cotidiana. Por eso se simboliza esta unión mística como la unión entre un bodhisattva y su consorte femenino atravez de La energía sexual que puede ser refinada. El deseo que acompaña a la actividad sexual puede ser educado y dirigido hacia un estado de felicidad y de gozo mayor que el que proporciona el contacto sexual, sin negar por ello el placer propiamente sexual. En cualquier caso, sexualidad y espiritualidad no son dos conceptos antagónicos en la tradición budista, sino perfectamente compatibles. Todo depende de la actitud interior del individuo. Y a esto precisamente va dirigida la enseñanza budista: a la actitud interior con la que abordamos nuestras experiencias en la vida. Hay que notar también que el budismo tántrico no tiene nada que ver con rodear la vida de placer sexual, y no tiene nada que ver con otro tipo de "tantrismos" presentes en nuestra sociedad de consumo
Chuan Zhi Shakya, Abad de la Orden Hsu Yun del budismo Chan enuncia y explica el tercer precepto mayor así: “El sexo es un impulso natural para todas las formas de vida y no existiríamos sin él, por ello no hay bases para considerar que es inherentemente inmoral. Pero el impulso sexual, cuando está combinado con el deseo egoísta puede descarrilarnos del Camino. Debemos ser especialmente vigilantes para evitar las dificultades que vienen con la conducta sexual imprudente y descuidada. “Moralidad sexual” significa que actuamos responsablemente – que no dañamos a otra persona, o a nosotros mismos, por causa de nuestro deseo de sexo. Este precepto pone énfasis en que debemos ser considerados, compasivos y serios en nuestros encuentros sexuales. Nunca debemos involucrar a menores en actos sexuales. Y seducir a otra persona a través del engaño, drogas (como alcohol), u otros medios también viola este precepto. Cualquier actividad que explota otra persona de esta manera – la utiliza para motivos egoístas – le roba su humanidad. ¿Cómo puede esto ser de ayuda para alguien? El punto importante que debemos recordar es que necesitamos tratar a la gente respetuosamente, compasivamente, y como seres humanos en todas las situaciones. Debemos estar atentos de las consecuencias de nuestras acciones: ¿Causan daño a alguien? Consideramos tanto el daño psicológico como el daño físico y emocional. Si la respuesta es “sí”, nuestra conciencia debería decirnos que nos detengamos.Este es un precepto duro de mantener como puede parecer a primera vista. Incluso el Buda se dice que reconoció esto, de una forma humorística cuando dijo: “Si hubiera tenido otro obstáculo tan dificultoso para trascender como mi sexualidad, nunca lo hubiera logrado”. El maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh dice al respecto “No maltrates a tu cuerpo. Aprende a manejarlo con respeto. No veas a tu cuerpo sólo como un instrumento. Preserva las energías vitales (sexual, respiración, espíritu) para la realización del Camino.La expresión sexual no debería ocurrir sin amor y compromiso. En las relaciones sexuales, sé conciente del sufrimiento futuro que pueda causarse. Para preservar la felicidad de los demás, respeta los derechos y compromisos de los demás. Sé plenamente conciente de la responsabilidad de traer nuevas vidas al mundo. Medita sobre el mundo al cual estás trayendo nuevos seres”
Otras formas de enunciar este precepto en el budismo rezan así:
Abstención de conducta sexual ilícita.
No tener una conducta sexual promiscua, sino practicar la pureza de mente y el auto control.
Tomo el precepto de no mantener una conducta sexual incorrecta (dañina con otros o conmigo mismo).
Me comprometo a la práctica de la responsiblilidad sexual; Me abstengo de la mala conducta sexual.
Kāmesu micchācārā veramaṇī sikkhāpadaṃ samādiyāmi (Tomo el entrenamiento de abstenerme de conductas sensoriales incorrectas.) «Nālandā Vandanā», Centro de Estudos Buddhistas Nalanda, Belo Horizonte, 1999.
No hacer mal uso de la sexualidad sino ser responsable y cuidadoso. Es reconocer que la sexualidad es parte del aspecto diario de la vida. Reconociendo y haciendo honor a la sexualidad como parte en la creación de un ambiente donde se pueda cultivar un ambiente de conciencia, atención y compasión en las relaciones con los demás.
Llevar una vida casta. Para el laico implica la fidelidad a su cónyuge y no desear la mujer y o al hombre ajenos, para el monje o monja castidad completa
Las acciones diestras están basadas en la amabilidad y claridad, son aquellas que se encuentran libres de avaricia, odio e ignorancia, y que están motivadas por la generosidad, por el amor y la comprensión. Consiste en actuar a partir de lo mejor que hay en nosotros, desde nuestra más profunda comprensión e intuición. El Bodisattva actuará inevitablemente de cierta manera debido a que es parte de su naturaleza de ser iluminado.
Con tranquilidad, sencillez y contento purifico mi cuerpo
Me comprometo a seguir la senda que consiste en
abstenerme de una conducta sexual incorrecta.
Taiun